Al abrir el año legislativo, el Presidente denunció como un fraude el préstamo acordado entre el organismo y el Gobierno de Mauricio Macri en 2018. Pero... ¿Qué fue lo realmente ocurrió con el préstamo? La posición del oficialismo, del Fondo y de los analistas privados
Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae
El presidente Alberto Fernández definió hoy al crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI) acordado en 2018 con el gobierno anterior como el mayor fraude de la historia argentina y reiteró que esos recursos se utilizaron para la fuga de capitales, ya que se “evaporaron”.
Además, afirmó que no hay ningún apuro para cerrar este nuevo programa, porque apurarse es “de pícaros”, aunque hace un mes el ministro Martín Guzmán sostuvo lo contrario, al manifestar que quería tenerlo firmado en mayo próximo.
El Gobierno iniciará una demanda penal contra los funcionarios del gobierno de Mauricio Macri “para determinar quiénes han sido los autores de la mayor administración fraudulenta y malversación de caudales”, aunque luego el ex ministro Hernán Lacunza y el ex presidente del BCRA Guido Sandleris salieron a aclarar cuál fue el destino de los recursos.
Una hora después del final del discurso presidencial, el Banco Central informó que le pidió a la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) y a la Oficina Anticorrupción toda “la documentación vinculada al último acuerdo firmado por la Argentina con el Fondo Monetario Internacional, para determinar si generaron perjuicios al Estado”.
En el pedido de investigación se sostiene que “los expedientes que dieron origen a los dos acuerdos firmados por la administración de Macri con el Fondo Monetario resultarían incumplimientos a los procedimientos establecidos en diversas leyes para la constitución de deuda pública externa, así como la violación de obligaciones asumidas con el FMI”.
De este modo, el presidente retomó el argumento de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, quien hace un año había denunciado que el Fondo violó sus estatutos al prestarle a un país para que los dólares volvieran a salir del sistema financiero.
Desde Cuba, la ex presidenta había acusado al FMI de violar sus reglas por prestarle dinero al gobierno de Macri para financiar la fuga de capitales, por lo que le exigió que aceptara una quita en la deuda del país.
El Fondo le respondió entonces a través de su vocero, Gerry Rice, al explicar que no hubo violación alguna de las reglas del organismo, pero el presidente Alberto Fernández dijo más tarde que el diagnóstico de la vicepresidenta es correcto.
De todos modos, más allá de los dichos de cada una de las partes: ¿quién tiene la razón? ¿El Fondo, o el presidente y la vicepresidenta?
Si se observa el destino de los USD 44.149 millones que el Fondo le prestó al gobierno de Macri desde 2018, el detalle refleja los siguientes usos: USD 37.149 millones se utilizaron para pagar servicios de la deuda en moneda extranjera y 6072 millones de pasivos en moneda nacional, según las cifras oficiales.
En particular, en el caso de la deuda en moneda extranjera, se aplicaron al pago de USD 15.229 millones en Letras; USD 10.750 millones en el Bonar; USD 5427 millones en bonos en dólares; USD 280 millones en bonos en euros. Además, se utilizaron USD 3185 millones para el pago a organismos multilaterales y bilaterales; USD 1577 millones para el pago del bono Discount; USD 245 millones para el pago del Par; USD 253 millones para el Plan Gas; y USD 203 millones en otros conceptos.
Si bien el Gobierno tuvo que apelar al Fondo en 2018 porque se le cerró el acceso al mercado de capitales por la crisis cambiaria y la falta de orden fiscal, con el dinero prestado accedió a recursos a una tasa del 4% en promedio, contra el 8% que rendían los bonos en aquel momento.
Aunque durante el gobierno de Macri hubo una fuerte salida de capitales –el concepto de fuga resulta incorrecto ya que refiere a una presunta conducta delictiva que no tiene correlación con la regulación cambiaria-, durante los dos mandatos de Cristina Kirchner también hubo una incesante salida de dinero, con cepo y sin que hubiera un programa de asistencia del organismo multilateral.
Al respecto, en el primer mandato de Cristina Kirchner, por la manipulación de los datos del Indec, la pelea con el campo y el atraso cambiario, se fueron unos 80 mil millones de dólares.
Por este motivo, apenas ganó la reelección en 2011, el gobierno impuso un cepo que duró hasta 2016 y que se reflejó en los peores indicadores económicos de los 12 años del kirchnerismo, sin poder frenar en forma total esta presunta “fuga”. Sin embargo, el debate sigue vigente entre los economistas.
Por un lado, el economista Agustín D’Attellis, ligado al oficialismo, dijo que “si se cruza durante ese periodo ingreso por desembolsos del Fondo y la fuga de capitales, se encuentra que el vínculo es muy fuerte”. Según su propia acta constitutiva, agregó, “el Fondo no debería haber permitido ese proceso de salida durante los desembolsos del stand-by”.
En tanto, el analista de Quantum Fernando Baer afirmó que “es tendenciosa esa definición, de corte político: el dinero es fungible y los que se refugiaron en dólares no fueron solamente los fondos y los bancos, sino más de un millón y medio de argentinos que, mientras pudieron, trataron de preservar el valor de sus ahorros”.
Además, estimó, “aunque el ejercicio contrafáctico es imposible, habría que preguntarse qué hubiese pasado si esos recursos no estaban y qué tendría que haber soportado la población en su conjunto: más devaluación, inflación y una mayor caída del salario real”.
“Si no se hubiera contado con los recursos del FMI, como ocurre en la actualidad, la economía hubiese estado desde hace mucho más tiempo paralizada, con restricciones de todo tipo, y al borde del colapso”, agregó.
De este modo, Baer consideró que resulta útil preguntarse si fue conveniente utilizar el préstamo del Fondo, dada la crisis de los últimos dos años. “Si se siguiera un razonamiento lineal diría que no, pero desde el punto de vista del manejo de la política económica, el país estaría peor, sobre todo porque lo que terminó por hacer explotar la experiencia anterior fue la política”, agregó.
Por su parte, Gabriel Caamaño, de Ecoledesma, sostuvo que las expresiones del oficialismo son “equivocadas, dado que el segundo acuerdo con el Fondo se utilizó para financiar los vencimientos de capital e intereses”.
“Hubo un aporte inicial que fue a las reservas del Banco Central que en principio no se había usado, pero que después de las PASO, también se utilizó para afrontar vencimientos de la deuda. Por lo tanto, los dólares del Fondo no se utilizaron para contener al tipo de cambio, sino para pagar la deuda, la gran mayoría en moneda extranjera”, aseguró.
Por otro lado, Martín Vauthier, de Eco Go, dijo que “en principio el dinero del Fondo fue para financiar tanto el pago de la deuda como el déficit fiscal, en un contexto en el que el mercado se había cerrado”.
De todos modos, aclaró que “al utilizar parte de los recursos del Fondo para financiar déficit fiscal, que es en pesos, con deuda en otra moneda, indudablemente en el momento que el Banco Central decide vender esos dólares e intervenir en el mercado, esos dólares terminan en el sector privado”.
Por lo tanto, la pregunta es si el Gobierno no está apelando a las consignas partidarias en lugar de avanzar en un nuevo acuerdo con el FMI, como se refleja en las preocupaciones de Washington, que, tarde o temprano, se deberá firmar si se quiere cumplir con el objetivo de postergar el pago de la deuda de los USD 44.000 millones que están en el medio de la polémica.
La otra cuestión es si el Gobierno debe focalizarse en investigar la deuda o en bajar el déficit fiscal, fuente del endeudamiento, ya que, de lo contrario, también podría ser válido revisar por qué el kirchnerismo tomó deuda en el exterior al 16% del gobierno de Venezuela en forma directa hace más de una década.
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