Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae
La Argentina registró en marzo una inflación superior a la que se proyecta para todo el año en el 75% de los países del mundo.
Además, el 4,8% informado ayer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) es el registro más alto desde septiembre de 2019 (5,8% , tras el 6,5% de septiembre del 2018), pese a que actualmente el Gobierno mantiene controlado al dólar, las tarifas de los servicios públicos y buena parte de los productos que componen el índice de precios al consumidor (IPC).
La Argentina también ostenta el negativo registro de tener la segunda inflación más alta de América latina y una de las más altas del mundo, detrás del 5500% proyectado para Venezuela, 197% para Sudán, 99% para Zimbabue y 52,1% para Surinam por el FMI. Otros dos países estarían por encima de la Argentina: Líbano y Siria, que en 2020 registraron subas del 155 y el 140 por ciento, respectivamente. Y, aunque el Gobierno proyectó un incremento del 29% para este año, los analistas privados creen que llegará al 46 por ciento.
Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que no incluyen a la Argentina -por las negociaciones en curso de un nuevo acuerdo- hay más de 150 países o territorios nacionales pertenecientes al organismo que concluirán este año con una inflación menor al 4,8% reflejado en marzo por el Indec.
En el primer escalón se ubican Botsuana, Brasil, Lesoto, Eswatini, Rusia, con una proyección que va del 4,7 al 4,5 por ciento. Luego siguen Sri Lanka, Honduras, Sudáfrica, Nepal, Burundi del 4,4 al 4 por ciento. A continuación, Armenia, Bolivia, Nicaragua, Vietnam, Georgia, Omán, Barbados, Seychelles, Hungría, Azerbaiyán y México del 3,9 al 3,5 por ciento.
Detrás se ubican Namibia, Filipinas, República Central del África, Papúa Nueva Guinea, Tanzania, Islandia, Polonia, Camboya, Chile, Chad y Moldavia del 3,4 al 3 por ciento. Siguen Eritrea, Guatemala, Emiratos, Rumania, Tuvalu, Burkina Faso, Paraguay, Arabia Saudita, Congo, Islas Mauricio e Islas Salomón del 2,9 al 2,5 por ciento.
Después, Yibuti, Mauritania, Qatar, Santa Lucía, Vanuatu, República Checa, Jordania, Kuwait, Estados Unidos, Camerún, Alemania, Noruega, Serbia, Colombia y Letonia, Albania, Antigua y Barbuda, Bahamas, Costa de Marfil, Gabón, Guinea-Bissau, Guyana, Indonesia, Malasia, Macedonia del Norte, Perú, Senegal y Togo con 2,4 al 2 por ciento.
Un escalón más abajo está Micronesia, Estonia, Granada, Kiribati, Nueva Zelanda, Australia, Bélgica, Canadá, Mali, Austria, República Dominicana, Irlanda, Maldivas, Timor, Barein, Guinea Ecuatorial, Lituania, Suecia, Gran Bretaña del 1,9 al 1,5 por ciento. Atrás están Finlandia, Hong Kong, Corea del Sur, Macao, Holanda, Saint Vicent, Tailandia, Bosnia, Cabo Verde, China, Costa Rica, Nauru, Eslovaquia, Dinamarca, El Salvador, Francia, Malta, Islas Marshall, Belice, Bulgaria, España, Trinidad & Tobago del 1,4 al 1 por ciento.
Luego se ubican Luxemburgo, Portugal, Taiwán, Brunéi, Italia, Marruecos, San Mariano, Eslovenia, Croacia, Chipre, Ecuador del 0,9 al 0,5 por ciento. Por último, están Montenegro, Nigeria, islas Comoras, Israel, Kosovo, Gaza y Cisjordania, Grecia, Singapur, Aruba, Japón, Panamá, Suiza y Palau del 0,4 a 0,1 por ciento, según los registros del FMI. Finalmente, se proyecta deflación para Tonga (-0,1%), Saint Kits y Nevis (-1%), Fiji (-1,1%) y Samoa (-2,5%).
En particular, en América latina, el 4,8% de la Argentina solo fue superado por el 9,1% registrado en Venezuela, según el Observatorio de Finanzas de ese país, que atraviesa una situación de hiperinflación crónica. En los últimos 12 meses llegó a 3.687% según el IVF y el FMI proyecta que terminará en el 5.500% a fin de año.
Brasil registró una tasa del 1,04% el mes pasado y del 6,2% en los últimos 12 meses.; en México fue del 0,8% en marzo y del 4,6% en el último año; en Uruguay, ascendió a 0,6% en marzo y al 3,1% en 12 meses; en Perú, fue del 0,7% en marzo y del 2,6% en 12 meses; en Paraguay hubo una leve deflación del -0,1% y una suba del 2,04% en 12 meses.
En el caso de Ecuador, el registro del mes pasado llegó al 0,18%, con una deflación del 0,8% en 12 meses; en Bolivia, las cifras fueron: -0,1% y 1,1% respectivamente. En tanto, en Chile llegó al 0,4% en marzo y al 2,9% en un año y en Colombia el dato previo fue del 0,5% y del 1,5% en 12 meses.
Causas y efectos
El director del estudio LCG, Guido Lorenzo, sostuvo que “no es una novedad que somos uno de los países con inflación más elevada del globo; lo que me preocupa es la tendencia, la falta de respuestas adecuadas, la desesperación de las medidas que se toman con ideas viejas y la posible escasez que la política está conduciendo. Los controles solo llevan a eso y no nos podemos dar el lujo de seguir atrasándonos en el concierto mundial”, afirmó.
Al respecto, dijo a Infobae que “el gabinete económico está devaluado y ha demostrado un fracaso rotundo en materia de inflación y no tiene que ver con la pandemia. El público le dio una cuota de confianza y defraudó”.
Por esta razón, “la inflación mientras más elevada, más difícil de hacerla descender y el público naturaliza estas cuestiones; hace 10 años la inflación del 20-25% nos parecía un escándalo, ahora la del 50%; ¿dónde estaremos en 10 años?”, se preguntó.
El economista jefe de Econviews Andrés Borenstein expresó que “la inflación de 4,8% tiene que ver con algunos condimentos estacionales como el 28,5% de aumento en la educación, pero también con algunos factores monetarias y de organización”.
“En lo monetario, si bien la emisión estuvo tranquila a principios de año, la inflación que vimos desde octubre tiene que ver con la gigante emisión del invierno pasado en donde el sobrante de pesos había llegado al 30% aproximadamente”, afirmó a Infobae.
“Hoy ese exceso de dinero desapareció, pero la amenaza de más emisión monetaria está latente. Las expectativas juegan también su partido y no es casualidad que cuando la brecha se expandió la inflación se aceleró. Desde septiembre a esta parte la inflación fue 25.7%, un anualizado de 58%”, explicó.
“Por más que ahora la brecha cedió, hay que reiterar que la inflación tiene rezagos. Es en parte por esto es que la mayoría de los economistas no esperamos una inflación de esta magnitud para los meses venideros. La vemos alta, pero no tan alta”, aclaró.
Por esta razón, Econviews estima una inflación del 46% para fin de año, “es decir que la inflación vaya a una velocidad de entorno del 2,9% para los próximos meses”.
“Será algo mayor en abril, pero puede ser algo menos que eso en algunos de los meses posteriores”, precisó. Por otro lado, afirmó que “el Covid también impacta sobre los costos de producción locales ya sea por los costos de transporte de personal, de reemplazar personal en riesgo suman a la inflación. Y hay que decir que la inflación no ha sido mayor porque hay numerosos precios regulados que están moviéndose a una velocidad muy inferior al promedio”.
La respuesta seguramente no está en las medidas de control que adoptó el Gobierno -y las que analiza tomar, con acento en mayores controles, como ocurrió entre 2006 y 2015, cuando la inflación seguía en alza, pero se la escondía- sino en las medidas macroeconómicas que, en cuentagotas, ensaya el ministro Martín Guzmán, al parecer, cada vez con menos influencia frente a la secretaria de Comercio, Paula Español.
Se trata, al parecer, de una recreación del esquema que se observó tras la salida de Roberto Lavagna como ministro de Economía a fines de 2005, cuando el poder real de la política económica lo tomó el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que vio pasar a los ministros Felisa Miceli, Miguel Peirano, Martín Lousteau, Carlos Fernández y Hernán Lorenzino, hasta la llegada de Axel Kicillof, quien retomó el control y desplazó a Moreno, aunque no logró controlar la inflación y mantuvo la manipulación de los datos del Indec hasta el final de la gestión de Cristina Kirchner.
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