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La llamativa deuda que arrastra la Argentina con el Club de París

Fueron nueve rondas de negociación desde 1956. Helicópteros que nunca llegaron, y un crédito a una fábrica que quebró antes de iniciar...

Artículo original publicado por Martín Kanenguiser

¿En qué consiste la deuda argentina con el Club de París? Una suma de créditos impagos, proyectos no terminados y hasta material que no llegó nunca al país explican el dinero que la Argentina le debe a este grupo de países centrales.

Tal vez el hecho más curioso sea el de la deuda por dos helicópteros que la Argentina le encargó en la dictadura a Gran Bretaña, pero que nunca llegaron por la guerra de Malvinas. Cuando este conflicto terminó hace casi 40 años, la Argentina le debía USD 2.000 millones a Londres que habían sido suspendidos tanto por la crítica situación económica local como por la decisión de no pagarle al adversario en el Atlántico Sur.

En particular, uno de los compromisos correspondía a una deuda de USD 80 millones por dos helicópteros con capacidad para despegar desde grandes barcos, que habían sido encargados a la fábrica británica Westland a fines de la década del 70 con financiamiento del país europeo.

La Westland fue fundada en 1915 por Sir Ernest Petter pero adquirió fama mundial en la Segunda Guerra Mundial, cuando permitió transportar en el secreto de la noche a los espías de la resistencia francesa contra el régimen nazi. Si bien la guerra de 1982 congeló la operación de traslado de los helicópteros —y la Armada argentina nunca formuló un reclamo—, en Gran Bretaña el compromiso financiero quedó asentado y el gobierno conservador de John Major no estaba dispuesto a olvidarlo en 1990, cuando ambos países negociaban la reanudación de las relaciones diplomáticas.

EÍ primer jefe de la negociación de la deuda durante el gobierno menemista, Carlos Carballo, sintió un gran alivio cuando un arbitraje del Banco Mundial le permitió reducir la deuda a USD 40 millones, aunque tiempo después volvería a decepcionarse al saber que los dos helicópteros en cuestión habían sido vendidos por segunda vez. Esta vez, el comprador fue el régimen iraquí de Saddam Hussein, que los sumó a la flota utilizada para defenderse, durante la primera guerra del Golfo en 1991, de la coalición liderada por los Estados Unidos e integrada, entre otros países, por la Argentina.

Como en este caso, la mayoría de los créditos que se renegocian en el Club de París básicamente son garantías de créditos de exportación de los países centrales a sus empresas, que, cuando llega su vencimiento, no se cobran por las restricciones de cambio, según explicó Daniel Marx, quien negoció varios acuerdos con el Club.

 

En 1956 los bancos centrales de Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Holanda, Japón, Reino Unido y Suecia gestaron este espacio de negociación para intentar cobrar en forma conjunta las deudas bilaterales a los países subdesarrollados.

Los problemas de liquidez que enfrentaba la Argentina, a partir de la caída de los precios de sus productos de exportación a mediados de los 50 constituyeron el primer caso debatido en este foro que se institucionalizó a partir de 1966, cuando la deuda externa del país ascendía a USD 3.276 millones.

El Club de París tiene miembros “permanentes” que representan a los países más importantes del mundo: Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Corea del Sur, Holanda, Noruega, Rusia, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. También existen miembros “ad hoc”, que son invitados para una discusión o negociación en particular. Este grupo lo integran Emiratos Árabes Unidos, Argentina, China, Republica Checa, India, Kuwait, México, Marruecos, Nueva Zelanda, Portugal, Sudáfrica, Trinidad y Tobago y Turquía.

Alemania ha sido el principal acreedor argentino en el club por sus préstamos otorgados para la compra de armamento, telecomunicaciones y energía nuclear, entre otros sectores, aunque las posiciones más duras correspondieron a Holanda por el gasoducto a cargo de la sociedad Cogasco y a España por un crédito de USD 60 millones otorgado al Banco Nacional de Desarrollo (Banade) para financiar la compra de una planta de cemento en el Noroeste argentino a una firma que quebró antes de finalizar su tarea.

Desde el final de la dictadura y hasta la crisis del 2001, recordó otro negociador argentino, Horacio Liendo, hubo cinco renegociaciones con el Club: 1985, 1987, 1989, 1991 y 1992; en esta última se consolidaron las deudas previas. “En aquel momento habíamos refinanciado a 16 años, con 4 de gracia y amortizaciones que empezaron con el 0,5% en 1996, y en el 2001 recién llegaba al 2,80%, cuando volvimos a caer en default. Solamente habíamos amortizado un 10,1% en total al 31 de diciembre del 2001”, recordó Liendo.

Previamente, según un paper escrito por los economistas Maximiliano Albornoz y Marcos Ochoa, la Argentina firmó acuerdos en mayo de 1956 (el primero que firmó el Club); octubre de 1962 y junio de 1965.

En este informe del CECE se indicó que, salvo el último acuerdo -que negoció personalmente el actual gobernador Axel Kicillof cuando era ministro de Economía-, todos los previos (1956 a 1992), fueron en los términos clásicos, es decir, con un programa previo con el FMI. Esto se debe a que el ministro no aceptó la revisión del artículo IV –como se debate también ahora– para negociar mejores términos y eso generó que el país tuviera que pagar su deuda en un plazo más corto y con una tasa mayor, que se canceló en un 64% durante el gobierno de Mauricio Macri, tal como lo recuerdan los autores.

En la década del 80 por primera vez aparecieron acreedores ajenos a Europa; sobre todo Estados Unidos, Japón e Israel. Como se recordó en el informe, la deuda con el Club de París permaneció en default entre 2001 y 2014 (creciendo los intereses punitorios a una tasa del 7,2% anual), hasta la mencionada renegociación de Kicillof.

La variación en la deuda no solo tiene que ver con los intereses de cada refinanciación, sino también, como indicaron los economistas Marcos Ochoa y Maximiliano Albornoz, con los cambios en las cotizaciones de las monedas. “En el caso argentino, ocho monedas son las relevantes al examinar la deuda exigible (euro, yen, dólar, franco suizo, dólar canadiense, libra esterlina, corona sueca y corona danesa). Dentro de aquellas, las tres primeras representaban más del 90% del total (49,5%; 22,2% y 21,5%, respectivamente)”, precisaron.

También, señalaron que hay dos conceptos incluidos en esta deuda: los préstamos otorgados por agencias de desarrollo y aquellos tomados en los 60 y los 70 para financiar inversiones en empresas estatales como también a deuda privada estatizada a fines del último gobierno militar.

“Si se compara los últimos dos convenios firmados con el organismo, el de 1992 (el último antes del default de 2001) y el acuerdo firmado en el 2014, se aprecia que en el primero existe un periodo de gracia de 4 años, mientras que esto no sucedió en el último acuerdo. Además, en aquel, el cronograma de pagos fue de 16 años mientras que, en el otro, el periodo de pagos es de apenas 5 años”, precisaron.

Ahora, según comentó Ochoa a Infobae, es posible que haya una “señal política” de parte de los países acreedores, ya que los USD 2.400 millones que le debe la Argentina a los países del Club es una suma exigua como para que el país caiga en default. En este sentido, el gobierno alemán indicó a Infobae después de la videoconferencia que mantuvo la canciller Angela Merkel con Alberto Fernández que “intercambiaron puntos de vista sobre cuestiones económicas y regionales y sobre el acuerdo UE-Mercosur; también hablaron de las medidas para contener la pandemia”, sin dar mayores precisiones.

Sin embargo, a la vez, se necesita que el Gobierno se ponga de acuerdo puertas adentro para ver si da los pasos necesarios para lograr una nueva refinanciación de su deuda, uno de los temas que más divide las aguas entre las distintas facciones del oficialismo.

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