Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae
El envión del primer trimestre del año tuvo un importante freno en el nivel de actividad del segundo y la inflación aparece como un factor que conspirará contra un rebote mayor durante el resto del año.
Así destaca un informe de la consultora Analytica, que resalta que “el freno al PBI llegó antes que las restricciones”. En tanto, Ecolatina consideró que a la Argentina le llevará más tiempo que a la mayor parte del mundo recuperarse luego de la pandemia.
“La actividad económica volvió a amesetarse en abril, antes del endurecimiento de las restricciones covid-19 de mediados de mayo. El impulso generado por la mayor circulación de fines del año pasado se agotó y el consumo interno, el motor más importante de la demanda, sigue reflejando grandes dificultades para sostener el empuje inicial”, sostiene la consultora que dirige Ricardo Delgado.
Además, observa que “las limitaciones sanitarias empeoran el escenario económico. Los sectores más dinámicos del agro y la industria logran escapar en parte de esta dinámica a través de una mayor inserción en el comercio internacional, pero el resto de las actividades, principalmente de servicios, atravesarán los meses más difíciles”.
Analytica observa señales de agotamiento en al recuperación, aunque haya indicadores mejores a los de marzo del 2020, debido a la falta de señales claras para el aumento de la oferta y a la inercia inflacionaria, entre otros factores
En este sentido, “la mayor velocidad del programa de vacunación y la flexibilización en la pauta nominal del gobierno (atraso de tarifas, pautas salariales más laxas) permiten vislumbrar cierta recuperación desde agosto”.
La pregunta es qué pasará a partir de entonces. “Todos los indicadores adelantados de actividad económica reflejan el impacto de las mayores restricciones: el índice de movilidad de Google marcó una abrupta caída en los viajes a lugares de trabajo en la última semana de mayo. El consumo de energía eléctrica no residencial en esa misma semana se contrajo 6%, neto de la demanda de Aluar”. Además, “las industrias metálicas (-16,5%) y el comercio y servicios (-9,9%) resultaron las más afectadas”.
“A una escala más reducida, se replica el efecto de la cuarentena de 2020, donde la caída en la movilidad afecta principalmente a los servicios, que representan nada más y nada menos que 60% del producto. El año pasado, mientras el PBI de bienes se contrajo 8,9%, el de los servicios se desplomó 10,5 por ciento”, precisaron.
Analytica destacó que “la relevancia de este sector es obvia; resulta el principal empleador, concentrando 3 de cada 4 puestos de trabajo. El comercio por sí sólo emplea al 17% de los trabajadores argentinos”. “Restringir circulación impacta también sobre los ingresos fiscales. En mayo, el crecimiento mensual de la recaudación fue casi la mitad del de abril en términos reales (1,6% vs. 2,9%) Principalmente, se contrajeron los impuestos ligados al nivel de actividad: IVA DGI (-11,5%), derechos de importación (-5,6%), combustibles (-13%) y el impuesto al cheque (-1,5%)”, detalla el informe. “Apenas Ganancias y derechos de exportación “explicaron la mayor recaudación de mayo, creciendo 41,6% y 10%, respectivamente, en la comparación con abril”.
Para este mes, se advirtió, “las primeras señales tampoco son positivas; en las dos primeras semanas de junio el consumo de energía eléctrica no residencial es 2,5% más bajo que en igual período de mayo. Bajo estas condiciones, proyectamos que el PBI se contraerá 1% en el segundo trimestre, con una leve recuperación proyectada para el tercero y cuarto, lo que permite sostener nuestro diagnóstico de un crecimiento de 7% en 2021”, luego de la caída cercana al 9,9% en 2020.
Ante esta situación, “el Gobierno decidió incrementar el gasto primario un 1,5% del PBI, $480.000 millones dirigidos básicamente para los sectores más vulnerables y $48.000 millones para los segmentos medios a través de la modificación del Impuesto a las Ganancias y la marcha atrás del aumento retroactivo para el Monotributo y los trabajadores autónomos”, agrega Analytica.
En las dos primeras semanas de junio el consumo de energía eléctrica no residencial es 2,5% más bajo que en igual período de mayo
“Más allá del éxito del plan de vacunación, una mayor movilidad per se no traccionará la actividad como lo hizo hacia finales del año pasado. En marzo la economía se quedó sin nafta, y desde abril, previo a los cierres intermitentes, empezó a declinar”. En particular, Analytica resaltó que “la construcción y la industria también dan cuenta de este cuadro; la construcción, clave en toda recuperación y con el 10% del empleo privado, por sus características tiende a adelantarse al ciclo, creciendo y eventualmente declinando antes que el resto de los sectores”.
“En los últimos meses comenzaron a quedar atrás los incentivos favorables de la brecha cambiaria para el sector. Durante abril, se contrajo 2% respecto de marzo (según el ISAC sin estacionalidad), acumulando tres meses consecutivos de caída”.
En cambio, aclaró, “en el empleo todavía se observa algo diferente; la serie aumenta desde agosto, excepto diciembre, donde cae por cuestiones estacionales; en marzo alcanzó el nivel de un año atrás, lo que contradice la evolución de los insumos, como se observa en el siguiente gráfico. La explicación es simple: mientras el costo de los materiales creció 80% en un año, la mano de obra subió apenas 38 por ciento”.
“En nuestra visión, bajo las condiciones actuales, la construcción está alcanzando su techo. La obra pública, pese a la sensible mayor ejecución en lo que va del año, apenas equivale al 1,3% del PIB, no demasiado por encima del 1,1% de igual período de 2019, cuando se había frenado buena parte del gasto en infraestructura”. A su vez, “la demanda privada sigue muy restringida a los segmentos medio-altos y altos, dada la falta de acceso al crédito hipotecario, que apenas representan 0,7% del producto, mientras en el resto de Latinoamérica el promedio se encuentra por encima del 5%”, sostienen los economistas del estudio privado de marras.
Por otro lado, “la producción manufacturera también muestra señales de agotamiento. Alcanzó un máximo en enero, se contrajo en febrero y necesitó dos meses más para volver a ese nivel. El dato positivo es que la producción industrial ya está por encima de 2019 (5% en el primer cuatrimestre)”, con un aporte del 80% de ese crecimiento: Alimentos y Bebidas (8% vs 2019) y Maquinaria y Equipo (43% vs 2019).
“El tipo de cambio real del sector sigue siendo competitivo y el aumento estructural en el consumo mundial de alimentos dan espacio para que continúe creciendo en los próximos meses. A su vez, el importante aumento en la producción de maquinaria y equipo (+43% respecto de 2019) se relaciona con el crecimiento de la inversión, dinámica que también impacta sobre los pagos de importaciones, que crecieron 67% respecto de 2019”, indicó.
“El tipo de cambio real del sector sigue siendo competitivo y el aumento estructural en el consumo mundial de alimentos dan espacio para que continúe creciendo en los próximos meses” (Analytica)
Al respecto, advirtió que “la desaceleración de la industria manufacturera abre una alerta en términos de empleo, ya que concentra el 14% de los trabajadores del sector privado”. Según los datos del Ministerio de Trabajo, en el Gran Buenos Aires “cayó 0,2% respecto de marzo, mientras en el interior continuó la mejoría. Nuestra estimación es que la tendencia se profundizó en mayo y continúa durante junio”.
“La reacción oficial no se hizo esperar: el gobierno comienza a avalar paritarias al 40%, como sucedió con el personal legislativo nacional (+40%) y el PAMI (+43%). La señal es leída por el resto de los gremios como un visto bueno para elevar los pisos de negociación. Es probable que en los próximos meses haya cierta recuperación de la masa salarial, tanto por una leve recomposición de los salarios como por una mejora del empleo dadas las menores restricciones esperadas a la movilidad”, pronosticó.
De inmediato, aclaró el trabajo que “el ritmo será lento, lo que atenta contra las expectativas electorales del oficialismo. El PBI dejó atrás el verano; llega el invierno y la política económica empezará a reaccionar con menos ortodoxia fiscal y monetaria. Cuánto, es lo que definirá los precarios equilibrios macro de corto plazo”.
Ricardo Delgado precisó que prevé una caída del 1% en el segundo trimestre, una recuperación del 0,7% en el tercero y del 0,8% en el cuarto contra el trimestre previo. Sobre los factores que condicionan la recuperación, destacó que “la tasa de inflación es quizá el síntoma principal que hay que seguir porque ordena las expectativas, en particular sobre el tipo de cambio”.
“Es posible que veamos una economía que en términos de crecimiento no logra despegar ni salir de su estancamiento. En este contexto es difícil que haya una recuperación sostenida del empleo privado y del ingreso de neto real de la familia”, aclaró Delgado.
Sebastián Menescaldi de Eco Go consideró que “el reciente pico de la pandemia y las nuevas restricciones, junto con el 7,5% de caída de cosecha agrícola, afectarán negativamente el desempeño económico del segundo trimestre del año en relación con el nivel de actividad del primer trimestre”.
El reciente pico de la pandemia y las nuevas restricciones, junto con la caída de la cosecha, afectarán a la economía en el segundo trimestre (Menescaldi -ECO Go-)
En particular, la consultora prevé “un deterioro de la actividad que será superior al 3% trimestral sin estacionalidad en el segundo trimestre y que sería revertido a lo largo de la segunda mitad del año por el efecto de la vacunación, la mejora del clima y el mayor impulso fiscal previsto por el Gobierno”. De todos modos, aclaró que “la recuperación será todavía limitada y el nivel de actividad proyectado hacia fines de año implicaría volver a los valores de enero pasado, porque todavía existen limitaciones por la pandemia, la incertidumbre del ciclo electoral y la falta de una definición sobre el esquema económico (qué hay más allá de las elecciones) que limitan las decisiones de inversión”.
En cambio, estima “cierta mejora en lo que hace al nivel de consumo, a partir del impulso de las reaperturas de los convenios salariales que permitirían una mejora del salario real, en un contexto de una inflación que se iría desacelerando en el corto plazo”.
“También sería favorable para el empleo registrado la reapertura de las actividades más rezagadas (turismo, transporte de pasajeros, esparcimiento, restaurantes y hoteles) por el avance de la vacunación que permitiría una mayor normalización paulatina de la actividad”, concluyó.
Lorena Giorgio, economista de Equilibra sostuvo que “la evolución de la actividad económica dependerá en el corto plazo de lo que ocurra con la pandemia y del empuje electoral del gobierno para estimular la demanda. Gracias a los buenos precios internacionales de las materias primas y a los DEG que el FMI girará en el segundo semestre a sus países miembros, este año la recuperación de la actividad no estará limitada por la restricción externa que tradicionalmente ha obstaculizado la expansión de la economía argentina”.
Sin embargo, aclaró que “existen otros factores que podrían limitarla; el principal es que la segunda ola de contagios de covid-19 en el país, que llevó a volver a utilizar la estrategia de cuarentenas intermitentes y restricciones a la movilidad en las últimas semanas, sea más larga o profunda de lo que se prevé. Esto es, sin dudas, un claro limitante para la oferta”.
“Por eso estimamos que el PBI se contraerá en torno a 2% en el segundo trimestre, y en línea con menores restricciones, volverá a repuntar en el tercero, alrededor de un 1,5%. Por supuesto que la magnitud de estos movimientos dependerá mucho del ritmo de vacunación, que viene avanzando a paso firme en las últimas semanas. Ya en el cuarto trimestre, con un giro del centro de atención desde la pandemia hacia las elecciones, estimamos que la economía crecerá en torno a 1,4% con salarios reales pegando la vuelta y volviendo a terrero positivo, y el consumo ganando dinamismo”, precisó Giorgio.
“Creemos que agosto será un punto de inflexión para los contagios y las restricciones a la movilidad, a partir del cual comenzaremos a ver una recuperación más sostenida. Cuán rápida sea esta recuperación dependerá de cómo responda la demanda. Serán clave para esto tres elementos: la inversión; la evolución de la masa salarial, que depende de la fuerza con que se recuperen los puestos de trabajo perdidos en 2020 y del desenlace de la carrera entre precios e ingresos. En este último punto, es indispensable el empujón del Gobierno a través de un mayor gasto público y programas de créditos a tasas subsidiadas o de facilidades que pago, con el fin de mejorar la capacidad de compra de las familias e impulsar el consumo, como suele ocurrir en los años electorales”, señaló.
Por su parte, Federico Moll de Ecolatina aclaró que la “Argentina fue uno de los países que más sufrió la pandemia y de los que más tiempo va a necesitar para recuperar los niveles de 2019. Para poner en perspectiva la performance argentina, el mundo va a tardar no más de un año en recuperar el nivel de actividad de 2019 y nosotros tardaremos no menos de 3 años”. Según las proyecciones del Banco Mundial, “solo un país del tamaño de Argentina o mayor va a necesitar más tiempo: Italia”, precisó.
El mundo va a tardar no más de un año en recuperar el nivel de actividad de 2019 y nosotros tardaremos no menos de 3 años (Federico Moll de Ecolatina)
La demora se basa en que “la parcial recuperación de 2021 se sostiene sobre bases muy poco firmes que complican el panorama de cara a 2022: atraso en precios relativos importantes, un mercado monetario cuya dinámica es insostenible (pasivos remunerados del BCRA) y una incertidumbre alta incluso para los parámetros argentinos que vuelve imposible encontrar en la inversión un motor de crecimiento”.
“Como ya hemos visto muchas veces antes, la política económica está enfocada en ganar elecciones y acumula desequilibrios que complican el futuro cercano”, dijo Moll.
Los desequilibrios, al parecer, aparecerán después de la pretendida luna de miel preelectoral, aunque los datos ya muestran que el futuro no necesariamente será mejor.
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