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«No sé cuál es el plan hasta el año próximo, y creo que el gobierno tampoco lo sabe»

Así lo aseguró el economista Eduardo Levy Yeyati, en un extenso análisis sobre el presente del Gobierno y la crisis del país.

Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae

El economista Eduardo Levy Yeyati siempre trata de poner la mirada más allá de la extrema coyuntura que domina la agenda local, pero sin rehuirle a las definiciones más importantes.

Es por esta razón que el decano de la Escuela de Gobierno de la UTDT y autor del libro “Dinosaurios & Marmotas”, entre muchos otros -de ficción y no ficción- afirma que el Gobierno “no tiene en claro” cuál puede ser su programa económico más allá de las elecciones de noviembre y afirma que la estrategia de “pobreza inclusiva fracasó”.

Además, este doctor en Economía de la Universidad de Pensilvania que tiene 55 años y es investigador de la Brookings Institution y docente en Harvard, entre otras entidades internacionales, prevé que, aunque no haya “una explosión”, como prevén varios economistas, los próximos años serán “muy malos”. La contracara de este diagnóstico pesimista aclaró, es que el candidato que gane las elecciones de 2023 tendrá mayor espacio para hacer las reformas profundas en términos fiscales, laborales y monetarios, porque la percepción de la crisis estará más a flor de piel en la sociedad que en 2015.

 ¿Cómo observa la situación actual y qué opina de las herramientas que priorizó el Gobierno en materia económica?

— Queda claro, aunque no sea sorprendente, que el Gobierno tiene un horizonte hasta las elecciones de noviembre. No sé cuál es el plan hasta el año próximo, y creo que el gobierno tampoco lo sabe, como lo reflejan la actual contención de los precios y el plan de “consumo y alegría”, que buscan achicar la diferencia de las elecciones. Específicamente, en el congelamiento de precios hay un plazo de 90 días. Es decir, quiere frenar con anuncios un tren que, desde el inicio de la pandemia o antes, viene hacia abajo. ¿Qué pasa después de los 90 días?: es un enigma tanto en términos de medidas y de protagonistas. Pero estas medidas, que creo que van a tener poca efectividad, también desnudan un problema de incapacidad de gestión. El Gobierno no tiene dinero, pero el dinero del ‘Estanciero’ que emite no lo sabe gastar, como lo demuestra el caso del impuesto a las grandes fortunas. El gobierno sabe transferir dinero a través de la Anses o dar exenciones y perdonar deudas. Pero todo lo que tiene que ver con políticas publicas mas sofisticadas le cuesta mucho, porque el sector público funciona mal y porque el gobierno gestiona mal, por eso reacciona tirando dinero. Así que hay un tema de motivaciones, pero aún si quisiera hacer políticas públicas, no sabría cómo hacerlo, no tiene efectividad.”

 La baja capacidad del sector público no es nueva en este sentido…

 Creo que en este gobierno se acentuó, aunque es una falencia histórica y nos estamos pareciendo a países latinoamericanos como Perú, que en la pandemia tenía plata, pero no sabía cómo gastarla.

El nuevo libro de Eduardo Levy YeyatiEl nuevo libro de Eduardo Levy Yeyati

 ¿Cómo se supera esta deficiencia?

— Hacer rutas es fácil, pero en mejorar salud, o educación…hace mucho que el país no mete un gol; si uno mira los ensayos que surgen del gobierno en materia de generar empleo son más expresiones de deseo sin convicción ni conocimiento. Hay una pobreza en los anuncios que parece deliberada.

 ¿Por qué?

— Por ejemplo, el plan puente de empleo consiste en algo que ya existe, como es reducir las cargas sociales, que ya usaron Cavallo en los 90 y Cambiemos en 2017, y que no sirvieron porque el problema no es el costo impositivo, sino la incertidumbre global. También ya hubo planes de empalme con subsidios para reducir el costo laboral y también tuvo poco efecto. Y perdonar deudas a empleadores, que tampoco funcionó porque el problema de fondo es que la empresa es informal, no es un tema de los trabajadores; en el caso de las micropyme es imposible que funcione y gestione. Si le perdonas multas, va a funcionar un tiempo, pero no va a poder gestionar. La pregunta es por qué insistimos en lo mismo.

“Hacer rutas es fácil, pero en mejorar salud, o educación…hace mucho que el país no mete un gol”

 Se podría pensar lo mismo con el control de precios...

— Así es; recurrir al congelamiento de precios antes de las elecciones es como rendirse, capitular, frente a la inflación; muestra la incapacidad de limitar este problema, porque creo que la mayoría de los economistas sabe que la idea del control de precios no funciona, igual que los políticos, así que solo le están pidiendo a los empresarios que les den dos meses de tiempo.

 Pero a la vez el Gobierno está buscando un acuerdo con el FMI que demanda un plan de mediano plazo. ¿No hay una contradicción entonces en no tener un plan claro?

— Ahí volvemos al problema de la convicción, porque el ministro no sabe cuánto va a durar, aunque viaje a Estados Unidos. El FMI sabe tramitar acuerdos con países volátiles, como hizo con Ecuador, eso sucede. Pero los acuerdos se cierran con un programa que presenta el país, siempre es así, con medidas que deben cumplir ciertos criterios de implementación. Pero creo que el Gobierno no puede cumplir con ese principio y por eso estos son gestos, no avances concretos; no creo que puedan poner un programa en el que crean. Es medio una vía muerta, de hecho, el caso paradigmático es el presupuesto 2022, que no se sabe cuál va a ser.

 Ese sería un problema por la alta carga de vencimientos del 2022, que ya empiezan en el primer trimestre del año...

 Es cierto; el Gobierno juega en una línea muy fina con los tiemposTienen la ilusión de refinanciar sin tener un programa, algo que está incluido en los artículos del FMI; podría haber un roll over, pero es algo que no sucede en general, porque necesitas el 70% del board. Podría hacerse, pero el Fondo es un organismo político que mira no solo a la Argentina, y por eso el último roll over lo dio en 1980 a un país en guerra como Sudán. No es un tema de FMI-Argentina, se mira al mundo; por eso las chances son ínfimas, así que en febrero-marzo se plantearán hacer un programa.

 ¿Qué consecuencias tendría un default con el FMI?

— El país podría perder la membresía, cosa que hizo solamente Sudán, cuando en una de sus tantas guerras civiles, dejó de pertenecer al FMI. No creo que eso esté en la cabeza de nadie, ni creo que haya que analizarlo. En 2002 el país amenazó con no pagar por unos días al Banco Mundial, pero lo hizo y pagó en términos netos. Así que hay que mirar otros escenarios más realistas.

 ¿La oposición puede poner un poco de racionalidad en este tema, dado que el acuerdo debe pasar por el Congreso y además durará 10 años?

 Ya la puso y además hay una chance no menor de que asuma en 2023 y por esa razón debe tratar de de reducir la herencia. Pero solo puede acompañar, porque el que elabora e implementa el programa es el Poder Ejecutivo, por lo que no puede ser socia porque simplemente no está en el gobierno. No es lógico.

 ¿El Gobierno se puede tentar también con repetir otras medidas, como manipular los indicadores de inflación?

— Es una pregunta natural y se la hacen muchos. La experiencia del Indec marcó a fuego la gestión del gobierno kirchnerista anterior y fue públicamente muy criticado, así que el costo político fue enorme, pero no descartaría nada de este gobierno. De todos modos, no tendría ningún rédito y no hay una deuda indexada al índice, no veo el motivo, sería pura perdida.— ¿No hay deuda ajustable por CER suficiente como para pensarlo?

 El “indek” tiene una pésima fama entre los votantes, no solo entre los especialistas.

 En términos de generación de empleo privado registrado, ¿el ejemplo de la construcción se puede extender a otros sectores?

 No hay una bala de plata para resolver todo el problema del empleo. Si alguien dice que el problema del empleo se resuelve fácil, está mintiendo. La construcción tiene este modelo porque es un empleo de alta rotación. El mismo modelo podría extenderse a trabajadores independientes. En otras ramas, como el comercio, que además cargan con el problema de la pandemia y el cambio tecnológico, podrías dejar que los que están empleados ahora sigan igual, y proponer un régimen complementario y optativo para los nuevos empleos; así, no estas sacando derechos sino agregando oportunidades. Esto podría mitigar el efecto de la pandemia y las consecuencias que tenga la situación cuando termine la prohibición de despidos, porque no van a florecer empleos. Pero en realidad tenés que crecer para generar empleo, sobre todo en las empresas chicas. Hay muchos tipos de problema y tendrán que pensar en cada caso en particular.

 ¿No hay que pensar que, si se levantan estas prohibiciones y se ajustan las tarifas, el dólar y otros precios reprimidos el año próximo será peor que este?

— Si uno mira la realidad con ese enfoque, es posible que 2022 sea un mal año con una posible explosión, pero también la gente puede pensar que habrá un cambio de gobierno y eso provoca un mejor humor y por lo tanto que no haya tal explosión. Lo más probable es que no explote, sino que haya un par de años donde se sigan acumulando distorsiones; el déficit fiscal ya no se puede refinanciar, solamente con emisión. No veo cuáles son las bases para las proyecciones de crecimiento del 3%; no veo los pilares de ese crecimiento: serán años malos y eso puede ser una diferencia hacia un gobierno de la oposición, que será diferente que el que asumió en 2015. Habrá más distorsiones, pero a la vez, como habrá muchos años de crisis pronunciada que, en 2015, habrá más espacio para las reformas. El simple hecho de que las organizaciones sociales y mucha gente en los barrios y la clase media empobrecida reclamen empleo y no asistencia, es un cambio cultural que modifica las condiciones de partida de cualquier gobierno en 2023. Es un cambio de paradigma, porque el modelo de pobreza inclusiva no funciona, fracasó- En 2015 no había una demanda de cambio de modelo y eso condicionó a Cambiemos a continuar con el modelo distribucionista.

 ¿Eso implica entonces un cambio de régimen, como el plan Austral o la Convertibilidad?

 Me gusta ver no solo la macro, sino también la micro y por eso creo que con la estabilidad no alcanza. La premisa básica de un programa de política pública es entender que el 95% del presupuesto ya está tomado por obligaciones previas. Tiene que haber reformas que anclen la estabilidad fiscal a futuro; por ejemplo, un Banco Central que entienda las causas de la inflación y las ataque, y un equipo económico que ataque la dominancia fiscal, con una reforma fiscal, modernización laboral y previsional, para generar empleo e incluir gente; porque ahora solo aportan los empleados privados registrados, que cada vez son menos.

 La repercusión electoral que tuvieron en las elecciones primarias de la ciudad de Buenos Aires los candidatos que promueven ideas libertarias, ¿Qué aporta a este debate necesario sobre las reformas?

—Lo observo más como un fenómeno más cultural que político y creo que es efímero, como se observó en países europeos como Alemania. Es decir, es un fenómeno que hay que considerar, pero no creo que sea definitivo. Pero sí se puede considerar que el apoyo que obtuvo en los barrios populares refleja el fracaso de la pobreza inclusiva y sirve como llamado de atención a los políticos que se suelen olvidar de esa gente, de resolverle los problemas específicos a gente específica.

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