Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae, el 21 de junio de 2022.
¡Hagan sus apuestas!: luego de que el Gobierno convalidara un dato de inflación más realista que en los meses previos, los expertos pisaron el acelerador y creen que la suba de los precios puede llegar a rozar los tres dígitos este año.
Días atrás, en forma velada y sin agregarlo en ningún documento oficial, el equipo económico informó que la nueva pauta de suba de los precios acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene un tope del 62%, frente al 48% fijado tan solo 2 meses antes.
Para llegar a este techo de acá a fin de año según el cálculo de Sebastián Menescaldi de ECO GO, la inflación mensual debería ascender al 3,6 por ciento mensual en promedio, luego del 29,3% acumulado en los primeros cinco meses del año, por encima del 23,9% registrado por Venezuela.
Parece una proyección, al menos, desafiante, dado que hasta ahora se aplicó en forma parcial el ajuste de las tarifas y que la devaluación del peso se ha mantenido por debajo de la inflación, sin olvidar que en el segundo semestre del año habrá menos dólares para afrontar las presiones cambiarias del mercado, redobladas por el clima de desconfianza política.
¿Este malhumor responde a las dudas del mercado solamente o es un reflejo de las divisiones en el Gobierno?. La respuesta categórica la brindó un encumbrado líder de la coalición oficialista en diálogo con Infobae para referirse al equipo económico y a las medidas anunciadas la semana pasada para apaciguar la corrida financiera: “Son un desastre, un cachivache, de décima”, sentenció.
Son un desastre, un cachivache, de décima, fueron los términos elegidos por un líder de la coalición oficialista en diálogo con Infobae para referirse al equipo económico.
El dato oficial del 62% convalida el aumento de las grandes paritarias firmadas en los últimos meses, que se guardaron una cláusula de revisión en caso de incendio en el segundo semestre. Tal como señaló días atrás el ex viceministro Emmanuel Álvarez Agis, “en la Argentina entre 2010 y 2018, antes de la crisis de la deuda, decíamos: si va bien, habrá 20-25% de inflación, si va más o menos, 30 o 35 por ciento; si va muy mal, 40 por ciento. Bueno, si va bien este año, es 70% de inflación y si va mal, no me animo a decir el número, porque solo decirlo puede tener consecuencias de todo tipo y color”, admitió. En forma implícita, un segundo después admitió en el programa de Jorge Lanata que ese dato puede ser de tres dígitos.
En este sentido, un informe de ECO GO de Marina Dal Poggetto indicó que “si bien la inflación volvió a desacelerarse, sostuvo un elevado registro de 5,1% mensual en mayo y acumula en cinco meses un 29,3%”.
“Con un 5,1% que muestra nuestro Relevamiento de Precios Minoristas para junio, el acumulado alcanzaría a 35,9%. Si la inflación se mantiene al 5% mensual, el año cerraría con una inflación de 82% y si cayera al 4% mensual el cierre del año iría al 72%”, precisó.
Con un 5,1% para junio, el acumulado alcanzaría a 35,9%. Si la inflación se mantiene al 5% mensual, el año cerraría con una inflación de 82% (ECO GO).
Luego de “la suba en la brecha cambiaria de la última semana coordinada por el traspié en el mercado de bonos, es probable que el 76% de aumento que incluimos en nuestro escenario base se quede corto”, aclaró el equipo de Sebastián Menescaldi, que ahora apunta a un dato más cercano al 86 por ciento.
La suba de las tasas adoptada por el Banco Central se ubica en la sintonía del pedido del FMI de que queden en un terreno positivo, pero, como señalan los analistas, la “corre de atrás” y, por supuesto, genera efectos colaterales como el incremento de los costos para la deuda del Estado y el encarecimiento del financiamiento para el sector privado (o sea, menor crecimiento).
Más complejo resulta entender qué propone la vicepresidente Cristina Kirchner para bajar la inflación dado su confuso diagnóstico en torno del problema -al relacionar la suba de precios con el endeudamiento externo- y, además, si se recuerda que durante sus 8 años de gobierno ocultó el problema, como confesó tardíamente el líder piquetero oficialista Luis D’Elía al afirmar que “con Cristina la inflación la manejaba Moreno poniendo una 9mm arriba de la mesa y mintiendo con los números del Indec”.
Entre tantas divisiones internas y efectos secundarios de las medidas adoptadas, la inflación interanual no se frena y la manta de opciones de política económica ya no sólo es corta, sino también angosta y se sigue encogiendo.
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