Por Martín Kanenguiser para Infobae (6 de septiembre 2022)
Los principales bancos internacionales advirtieron que los “insostenibles” controles de capitales ampliaron la brecha cambiaria, agotaron las reservas del Banco Central y atrasaron el tipo de cambio de la Argentina.
En un informe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés), el think tank de los bancos, se indicó que, por su alta inflación y su inestabilidad macroeconómica, la Argentina no puede dejar flotar su tipo de cambio para hacer frente a los shocks externos como otras economías grandes de la región, que enfrentarán una nueva recesión global y una elevada inflación.
En el reporte, llamado, “Divergencias del miedo a flotar”, los economistas del IIF señalaron que “la Argentina ha seguido dependiendo de los insostenibles controles de divisas para resistir la presión de la depreciación nominal del tipo de cambio” en un contexto de alta inflación, que llegó al 71% en los últimos 12 meses y se proyecta por encima del 90% este año según las consultoras privadas.
Esta estrategia provocó que se “ampliara la brecha entre los tipos de cambio paralelos y los oficiales, se agotaran rápidamente las escasas reservas internacionales netas y se generara una constante apreciación del tipo de cambio real en el mercado oficial derivada de la creciente inflación”. La intención del nuevo equipo económico es combatir parte de estos problemas, aunque el mercado quiere ver qué capacidad de implementación tiene a un año de las elecciones primarias.
El cepo amplió la brecha entre los tipos de cambio paralelos y los oficiales, agotó rápidamente las escasas reservas internacionales netas y generó una constante apreciación del tipo de cambio real en el mercado oficial derivada de la creciente inflación (IIF)
Los analistas a cargo de Robin Brooks indicaron que “en medio de la reducción del acceso al mercado de la deuda, un ajuste limitado del tipo de cambio podría debilitar aún más las cuentas externas en Argentina y en varios países de América Central y el Caribe, donde los desequilibrios son más evidentes, aumentando la vulnerabilidad”.
Frente a este y a otros problemas, el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, lanzó medidas de ajuste del gasto; en particular, sobre la quita de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos, el economista del IIF Sergi Lanau dijo que “Argentina ajustará los precios de la electricidad y el gas, ahorrando posiblemente un 0,5% del PIB el próximo año. Un buen paso para cumplir los modestos objetivos fiscales del programa del FMI”.
Argentina ajustará los precios de la electricidad y el gas, ahorrando posiblemente un 0,5% del PIB el próximo año. Un buen paso para cumplir los modestos objetivos fiscales del programa del FMI (Lanau, IIF)
Sin embargo, consideró que “todavía es poco probable que este gobierno pueda estabilizar la economía antes de las elecciones del próximo año”.
Choques externos y flexibilidad
En el mencionado informe, el IIF subrayó que “los recientes choques a gran escala, como el COVID-19, la guerra en Ucrania y el rápido endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, han puesto a prueba los marcos de política macroeconómica”.
Frente a este contexto desfavorable, algunos países han podido devaluar su moneda para absorber esos shocks externos negativos, aunque la Argentina fue ubicada entre los países con “más miedo a flotar”, una constante en la historia del país, “para enfrentar la suba de las tasas de interés en Estados Unidos, el creciente riesgo de recesión mundial, en un contexto difícil de elevada inflación”.
“El ajuste del tipo de cambio, facilitado por esquemas monetarios y fiscales basados en reglas y amplias reservas de liquidez, ha seguido siendo sustancial en Brasil, México, Colombia y Chile a pesar de la desfavorable dinámica de la inflación. Perú también ha tolerado una mayor volatilidad manteniendo su enfoque práctico del mercado de divisas”, destacó el IIF.
Este panorama los “debería ayudar a mitigar los efectos negativos de las suba de las tasas de interés estadounidenses en la balanza de pagos y el nivel de actividad”.
“Si bien la flexibilidad de los tipos de cambio forma parte ahora del conjunto de políticas de la mayoría de los países importantes, la historia es diferente en los lugares donde la dolarización financiera sigue siendo significativa”, aclaró.
“Los regímenes de metas de inflación bien establecidos en la mayoría de los principales países de América Latina han permitido una considerable flexibilidad del tipo de cambio para resistir los vientos en contra a nivel mundial”, indicó el IIF.
Pese a “la elevada inflación, en general, los bancos centrales de los principales países latinoamericanos con metas de inflación han dejado que el tipo de cambio nominal fluctúe para absorber el impacto del fuerte endurecimiento de la política monetaria estadounidense, la volatilidad de los precios de las materias primas y los factores internos”.
“El debilitamiento del tipo de cambio en Brasil, Chile y Colombia en el segundo trimestre de este año, tras la recuperación de las divisas después de la COVID-19, ha ayudado a compensar las fuerzas de apreciación del tipo de cambio real impulsadas por la inflación, proporcionando cierto alivio a las cuentas externas”.
“Mientras tanto, el peso mexicano se ha mantenido relativamente estable, apoyado por políticas restrictivas. Aunque los bancos centrales han subido las tasas de interés de forma agresiva en estos países, la intervención en el mercado de divisas se ha limitado a episodios de mayor inestabilidad del mercado financiero”.
Al respecto, el IIF señaló que “en Chile, el banco central optó por empezar a vender dólares en julio en medio de problemas de política interna. Perú, donde el tipo de cambio suele estar fuertemente gestionado debido a la dolarización, ha permitido recientemente una mayor flexibilidad del tipo de cambio para hacer frente a múltiples perturbaciones”.
“Los esquemas fiscales basados en reglas y el acceso a la liquidez en dólares han contribuido a acomodar la depreciación de la moneda, ayudando a contener las expectativas de inflación en un contexto de presión generalizada sobre los precios”, se expresó.
Sin embargo, aclaró, “en varios países, el miedo a la flotación, entre otros factores, ha provocado la apreciación del tipo de cambio real, empeorando potencialmente la ya adversa dinámica de la balanza de pagos”, como en el caso de la Argentina.
Por su parte, “la dolarización total en Ecuador, El Salvador y Panamá, y los regímenes cambiarios muy controlados en otros lugares, como Guatemala, Honduras, Jamaica y Trinidad y Tobago, han limitado el margen de depreciación del tipo de cambio real”.
“Países como Costa Rica y la República Dominicana han experimentado recientemente una mayor volatilidad de las divisas a pesar de la intervención del mercado en medio de una dolarización todavía elevada”, detalló el IIF.
En general, “las economías dolarizadas también presentan una menor profundidad de los mercados financieros, una menor dotación de reservas y un acceso más limitado al endeudamiento externo, lo que complica el ajuste a las perturbaciones mundiales de gran envergadura”.
“La falta de flexibilidad en materia de divisas para hacer frente a unas condiciones externas más duras podría ralentizar el ajuste de la cuenta corriente y erosionar las fuentes de financiación, lo que situaría a los países fronterizos en una posición débil en relación con sus principales socios comerciales”, concluyó el IIF.
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