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¿Se pueden repetir las experiencias del Austral y la Convertibilidad para bajar la inflación?

Los condimentos y circunstancias que rodearon a ambas experiencias aplicadas para reducir la inflación, según sus protagonistas y expertos.

Artículo publicado por Martín Kanenguiser para Infobae (26 de Noviembre de 2022)

¿Qué condiciones son necesarias para aplicar un plan exitoso de estabilización en la Argentina? Las pistas se pueden encontrar en el debate actual, pero también en el pasado si se observan las experiencias de los dos planes para bajar la inflación que se implementaron desde el retorno democrático: el Austral en 1985, con tipo de cambio flexible, y la Convertibilidad en 1991, con tipo de cambio fijo.

Con grandes diferencias entre sí por la situación interna y el contexto global, cabe preguntarse si están dados los requisitos para repetir o mejorar esos ensayos; el primero fue exitoso hasta principios de 1987 mientras que el segundo, pese a la acumulación de desequilibrios, se estiró durante 10 años.

Ambos programas contaron con apoyo externo y, en particular, del Fondo Monetario Internacional (FMI).

En el caso del Austral, en abril de 1985 el ministro de Economía Juan Sourrouille le explicó a los responsables del Tesoro, la Reserva Federal y del FMI en Washington que el gobierno de Raúl Alfonsín aplicaría un plan para reducir fuertemente la inflación sobre la base de un esquema de congelamiento de precios y salarios, junto con el cambio del Peso por el Austral y el compromiso de frenar la emisión monetaria.

La economía de guerra

En una sala del Fondo, Sourrouille les anticipó hasta los detalles más precisos del lanzamiento: el 17 de junio Alfonsín convocaría a combatir la emergencia, luego de declarar la “economía de guerra”.

Pero la estrategia de producir un “shock heterodoxo” no convencía para nada al director gerente del Fondo, Jacques De Larosiére, debido a la incapacidad política del gobierno argentino para acotar el rojo fiscal y, sobre todo, el déficit cuasi fiscal, que reflejaba las pérdidas generadas por las operaciones del Banco Central.

Juan Sourrouille, el creador del Austral

Si bien en términos anualizados la inflación se ubicaba en el 2.300%, las autoridades económicas auguraban que el país podía alcanzar el resultado inverso al denominado “efecto Olivera- Tanzi”, que postulaba que cuando se produce un período de alta inflación, la recaudación tributaria resulta afectada en términos reales por la pérdida de valor que se registra entre la gestación y el cobro de un impuesto. Si el plan Austral lograba una rápida reducción de la inflación, la recaudación real se recuperaría para sostener el crecimiento económico.

Reticencia del FMI

Sin embargo, tras describir el programa, se produjo el momento más tenso del encuentro cuando Sourrouille planteó la necesidad de firmar un programa “falso” con el FMI que incluyera un leve ajuste, ya que los bancos comerciales no brindarían su apoyo si el organismo multilateral previamente no colocaba su propia huella digital en el pacto.

Días después se difundiría el plan oficial y, con la seguridad de contar con nuevos fondos externos, el gobierno estaría en condiciones de firmar un acuerdo más exigente con Washington. De Larosiére se quejó y advirtió que “era imposible” que el board que conducía aprobara un programa apócrifo para cambiarlo por otro verdadero a los pocos días.

 El ex presidente de la Reserva Federal estadounidense, Paul Volcker, apoyó a la Argentina en el gobierno de Raúl Alfonsín (Reuters)

Sin inmutarse por los gritos del funcionario francés, el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, observó durante unos segundos a Sourrouille y dejó en claro que apoyaba la arriesgada táctica argentina:

— Si estos muchachos creen que debemos hacerlo de esta manera, hagámoslo.

El FMI nunca perdonó esta actitud de Volcker.

“¿Cuánto más dura puede ser la política monetaria?”, preguntaba Volcker a los integrantes del Fondo, con el estigma de haber provocado algunos años antes la pérdida de cientos de miles de empleos en los EEUU a sangre fría.

El final del Austral

Durante los cuatro años de gestión de Juan Sourrouille el dólar subió un 4.500%, el desempleo pasó del 5,7% al 7,7% de la oferta laboral y la deuda del sector público trepó a USD 56.000 millones. Pero, en el corto plazo, el Austral ancló expectativas, redujo notablemente la inflación y le permitió al Gobierno ganar las elecciones parlamentarias de 1985.

Tal como lo confesaron varios miembros de ese equipo económico, la oposición de buena parte del peronismo y de una porción relevante del propio radicalismo al ajuste fiscal impidieron que el programa se consolidara y, por ese motivo, en 1987 ya mostraba sus grietas y tuvo que ser reemplazado por el Plan Primavera. Este intento fue más efímero y menos exitoso, hasta que se desató la crisis que terminó con el gobierno de Alfonsín anticipadamente a mediados de 1989, ya en plena hiperinflación.

Crisis y convertibilidad

Dos años y dos hiperinflaciones después, se lanzó la convertibilidad, un elaborado sueño de Domingo Cavallo y Horacio Liendo.

En enero de 1991, cuando volvía en automóvil desde el sur del país, Liendo alcanzó a leer en la tapa de un matutino que Cavallo había sido designado como ministro de Economía. Durante los 600 kilómetros que aún lo separaban de la Capital Federal, este abogado experto en finanzas no dejó de imaginar la posibilidad de ser convocado por su viejo amigo para reflotar el proyecto de convertibilidad que habían comenzado a discutir en Córdoba en febrero de 1989.

El ministro Cavallo al lanzar la convertibilidad en 1991 y suprimir la indexación de los contratos

Durante aquel verano de furia económica y política, Liendo pensó en sustituir al Austral por una nueva moneda y fijar el tipo de cambio.

Su fuente de inspiración fue Carlos Pellegrini, quien en un contexto de fuerte crisis reemplazó como presidente a Miguel Juárez Celman, cuando el Banco Nacional tuvo que suspender el pago de un préstamo a la banca Barings por 20 millones de libras, hasta que la Argentina recibió un crédito de 15 millones de libras para salir del default, mientras se tomaban medidas para restringir la emisión monetaria. Cuando se transformó en senador, Pellegrini defendió la instrumentación del sistema de convertibilidad entre el oro y el peso en 1899, para combatir la angustiante falta de ingreso de capitales.

Carlos Pellegrini aplicó un plan de estabilización en 1899, para combatir la angustiante falta de ingreso de capitales

Apenas estalló la hiperinflación de Alfonsín, Cavallo les adelantó a sus colaboradores que Menem ganaría las elecciones presidenciales en mayo y que el mandato de Alfonsín no pasaría del 8 de julio.

Junto con Juan Llach, Felipe Murolo, Ricardo Gutiérrez y, ocasionalmente, Ricardo López Murphy, se debatió la iniciativa, aunque las conversaciones quedaron congeladas cuando Carlos Menem eligió el plan de Bunge & Born para arrancar su gestión, hasta que el 28 de enero de 1991 Domingo Cavallo accedió al cargo de ministro de Economía con el que tanto había soñado.

El diseño del plan

El domingo 15 de marzo Cavallo convocó a Horacio Liendo y a Juan José Llach para reflotar el plan. Más preocupado por atraer inversiones para sostener el tipo de cambio real que en el valor nominal de la moneda, el ministro cinco días más tarde anunció “su” plan de Convertibilidad.

El Banco Central pasó a estar obligado a mantener la relación entre las reservas y la base monetaria para sostener el precio de 10.000 australes por dólar, se suspendieron las cláusulas indexatorias de los contratos y el Poder Ejecutivo quedó facultado para un cambio de moneda que se concretaría el 1 de enero de 1992.

El 23 de marzo, Bill Rhodes llegó a Buenos Aires para intentar persuadir a Cavallo de la necesidad de elevar el pago mensual a los bancos por los intereses atrasados, que ya acumulaban USD 7.000 millones luego de casi una década en default.

El ministro le prometió estudiar el reclamo y, a cambio, le pidió que lo acompañara a una conferencia de prensa para hablar supuestamente sobre la marcha de las negociaciones con los acreedores privados. Apenas se encendieron las cámaras y los grabadores, Rhodes no tuvo otra alternativa más que apoyar el flamante plan económico “porque va a llevar a la Argentina a una situación de orden en las finanzas públicas”.

La convertibilidad ganaba el primer apoyo externo de peso en su primer día de vida.

Lecciones para el presente

Liendo dijo a Infobae que “la situación es hoy muy diferente que en 1991, por varios motivos: en aquel momento ya había ocurrido la devaluación, y la convertibilidad no modifica la paridad cambiaria entre 8 y 10 mil australes; aquella era una economía totalmente indexada, un factor que se había incorporado en forma progresiva después del Rodrigazo en 1975″.

“Era un período de inflación más alta que la actual, pero los precios mayoristas casi ajustaron con el inicio de la convertibilidad, mientras que los no transables siguieron altos un año más. Aquel fue un plan de estabilización y crecimiento porque aumentó la base monetaria sin incrementar la inflación”, recordó.

Horacio Liendo, uno de los arquitectos de la convertibilidad, explica qué receta se podría aplicar ahora

En cambio, “si ese plan se aplicara hoy, habría una primera fase de sinceramiento de precios, con más inflación que ahora y luego, si se cumplieran una serie de requisitos, se puede estabilizar la situación”.

En cuanto a la comparación de las reservas del BCRA, Liendo sostuvo que “en aquel momento había pocas reservas, pero suficientes para el respaldo de la moneda, aunque luego no se usaron más para intervenir en el mercado ni para financiar al sector público, era una política pasiva”.

En la actualidad, “hay una base monetaria medida en dólares que al tipo de cambio oficial es 30.000 millones y al libre es 15.000 millones y, por lo tanto, es difícil haya una base expansiva que permita crecer”.

Hay una base monetaria medida en dólares que al tipo de cambio oficial es 30.000 millones y al libre es 15.000 millones y, por lo tanto, es difícil haya una base expansiva (Liendo)

“A eso le tenés que sumar los USD 57.000 millones en activos remunerados en el Banco Central. Por eso hay que institucionalizar el sistema bimonetario, para que la gente use sus dólares y tener una carta orgánica del Banco Central más estricta que en la convertibilidad”, explicó Liendo. En cambio, opinó que “dolarizar o generar otra convertibilidad sería mucho más complejo”.

"Hay que institucionalizar el sistema bimonetario, para que la gente use sus dólares y tener una carta orgánica del Banco Central más estricta que en la convertibilidad”, explicó Horacio Liendo (Reuters)

El abogado aclaró que no se trata de hacer algo diferente al resto de los países de la región, que tienen tasas de inflación muy bajas, más allá del color ideológico de su gobierno.

“Si se toman en cuenta las reformas monetarias, entre los 80 Chile y la Argentina en los 90, el resto de los países las mantuvo y las profundizó desde el 2001, salvo la Argentina. Si la Argentina se acoplara, volvería a ser uno más, no líder: un país más, con baja inflación”, destacó.

Al respecto, subrayó que “Bolivia tiene un régimen bimonetario con muy baja inflación pese a su gobierno institucionalmente de izquierda. Es un programa con 30 años de antigüedad. Mientras tanto, Venezuela también se dolarizó de hecho por la gente y luego siguió el gobierno”.

Los requisitos para otro plan

El economista Gabriel Caamaño dijo a Infobae que “están dadas las condiciones para un plan de estabilización” y recordó que ni el Austral ni la Convertibilidad “tenían un ancla fiscal y por eso hubo problemas en la consistencia entre lo monetario y lo fiscal”.

Ni el Austral ni la Convertibilidad “tenían un ancla fiscal y por eso hubo problemas en la consistencia (C aamaño)

“Puede ser que el nuevo plan de estabilización sea muy diferente a esas dos experiencias y debe establecer un sendero fiscal para llegar al superávit fiscal, con tipo de cambio fijo o no, y una política monetaria consistente con la fiscal”, expresó.

“La Argentina necesita reformas estructurales, como una laboral, sobre todo en lo que tiene que ver con las indemnizaciones, y una reforma previsional porque si no seguirán siendo estafados en forma permanente; eso requiere una edad jubilatoria mayor, igualdad entre la edad del hombre y la mujer y otras correcciones que le den sustentabilidad”, detalló.

También, dijo que es necesario un camino de desregulación y de apertura comercial al resto del mundo.

Ajuste fiscal

En tanto, Martín Vauthier dijo a este medio que “es fundamental que aparezca un plan; es una condición necesaria para que la Argentina ordene su macroeconomía y empiece a crecer”.

Ese programa debería “primero tener un camino de consolidación fiscal luego de varias décadas de déficit, lo que termina siempre o en más endeudamiento o en más emisión monetaria, es decir, en más inflación”.

Sergio Massa y Miguel Pesce buscan medidas para frenar la inflación

“Debe ser un esquema creíble, para mostrar que la baja de la inflación se va a sostener”, aclaró Vauthier.

Esto implica, entre otros elementos, “un tipo de cambio que sea competitivo y consistente con un superávit de cuenta corriente sin necesidad de recurrir al financiamiento externo”, junto con una tasa de interés equilibrada, positiva en términos reales pero no demasiada alta como para evitar el crecimiento económico, aclaró.

A su vez, Camilo Tiscornia contó a Infobae que “las condiciones para un plan de estabilización están porque la inflación ya es muy alta, pero esto requiere generar credibilidad, crear un cambio de expectativas respecto del pasado”.

Por este motivo, estimó, “sería más fácil que lo lanzara un nuevo gobierno, porque el actual ya no tiene credibilidad”.

Camilo Tiscornia estimó que un plan de estabilización “sería más fácil que lo lanzara un nuevo gobierno, porque el actual ya no tiene credibilidad” (Franco Fafasuli)

“Primero hay que sincerar los precios relativos por la vía del tipo de cambio y de las tarifas”, advirtió.

De todos modos, aclaró Tiscornia que “el próximo gobierno también debe tener mucha cohesión, algo que no se ve ahora en la oposición, porque hay demasiadas recetas que se escuchan de parte de los candidatos”.

En cualquier caso, concluyó el economista de la consultora C&T: “Lo más importante, más allá de quién lo aplique, es que quede claro que se necesita un ajuste fiscal y prohibir el financiamiento monetario del déficit de las cuentas públicas”.

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