Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae
En un contexto de mayor preocupación global por el regreso de la inflación, la Argentina volvió a dar la nota en mayo con la segunda suba más alta de América latina.
Una vez más, como en los últimos años, la Argentina registró un incremento el mes pasado que solo fue superado por Venezuela, el país con más inflación del mundo y que sufre un cuadro hiperinflacionario.
Aunque la cuestión de la inflación volvió al análisis de las autoridades de los países y de los analistas a medida que se van levantando las restricciones a nivel global, por ahora no resulta un tema de preocupación. En este sentido, Estados Unidos registró en mayo un 5% anual y Alemania el 2,5%, su mayor alza en la última década.
En la Argentina, cuando se confirmen los datos del índice de precios al consumidor (IPC) del INDEC, se sabrá que la inflación volvió a rondar el 4%, aunque un número que, según confiaban en el Gobierno, fue menor al 4,1% de abril. Para las consultoras, en promedio estuvo en el 3,8%, aunque con una gran dispersión entre el 3,2% del estudio Ferreres y el 4,7% de FIEL.
En cualquier caso, el único registro superior a ese dato fue el 19,6% verificado en Venezuela el mes pasado por parte del Observatorio Venezolano de Finanzas; de este modo, el país gobernado por Nicolás Maduro acumula en los últimos 12 meses un incremento del 2940 por ciento. El resto de las principales economías de la región suman, entre todas, casi lo mismo que la Argentina sumó en el mes.
La inflación en América latina en mayo Infografía de Marcelo Regalado
Brasil exhibió una inflación del 0,8% el mes pasado y del 8% en el último año, acelerada, como en otros países, por la suba en el precio de los alimentos. Los analistas consultados por Latinfocus esperan que llegue al 5 por ciento a fin de año. Sin embargo, tal como se observa, este fenómeno no alcanza para explicar la continua suba de precios en la Argentina, donde a la vez los alimentos también suben más que en el resto de la región.
De hecho, según Eco Go que dirige Marina Dal Poggetto, la suba de los alimentos en junio sería del 3,7%, mientras que la inflación general llegaría al 3 por ciento.
En México la inflación del mes pasado fue del 0,2% y del 5,8% en los últimos 12 meses; se estima que cerrará en un 4,3%, frente al 48,3% que prevén los analistas privados para la Argentina. Si se cumpliera esta previsión, el año cerraría más cerca del 53,8% del último año de la presidencia de Mauricio Macri que del 36,1% del 2020.
En Colombia, agobiada por las protestas sociales, llegó al 1%, pero acumula el 3,3% en el último año y se proyecta un 3,2% acumulado a diciembre próximo. En Paraguay, la suba de precios fue del 0,6% el mes pasado y del 3,7% en el último año; los analistas prevén que termine el año con un 3,3 por ciento.
En tanto, Uruguay experimentó un 0,4% en mayo y 6,6% en el último año; se estima que cerrará con un 7,2 por ciento a fin de año, por debajo -aunque muy lejos- de la Argentina. Chile registró un 0,3% en mayo y 3,6% el último año, cerca del 3,3% que se espera acumulado para diciembre. Por su parte, Ecuador registró 0,08% el mes pasado y -1,1% el último año; se prevé una deflación anual del 0,1 por ciento.
Finalmente, Bolivia tuvo una caída del 0,2% en el nivel de precios el mes pasado y una inflación del 0,5% el último año; se estima que llegará al 2,7% a fin de diciembre en términos acumulados.
El escenario del resto del año
Transcurrida casi la mitad del año, los analistas y el equipo económico saben que la meta anual de inflación del 29% fijada en el presupuesto 2021 es una quimera, pero la duda es hasta dónde llegará.
En este sentido, un informe del Centro de Análisis Económico Equilibra -dirigido por Martín Rapetti y Diego Bossio- juega con tres escenarios: en el caso base, con más probabilidades, llegaría al 47,3%; en el más pesimista al 52% y, en el opuesto, al 46,9% por ciento.
Rapetti cree que es probable observar una dinámica cercana al 3% en los próximos meses, que incorpora una negociación sin grandes avances ni pies fuera del plato con el Fondo Monetario Internacional (FMI), para mantener el mercado cambiario relativamente tranquilo hasta las elecciones de noviembre próximo.
“Nuestro escenario base supone que, por la pandemia, la economía continuaría operando con restricciones relevantes a la movilidad hasta agosto, y que la negociación de la deuda evitaría el default con el Club de París hasta alcanzar un acuerdo con el FMI tras las elecciones”, indicó Rapetti, director ejecutivo de este nuevo centro de estudios.
En este contexto, “la actividad se contraería 2,1% en el segundo trimestre por las restricciones sanitarias y luego empezaría una recuperación que permitiría alcanzar niveles prepandemia a fin de año”.
La demanda doméstica empujaría la recuperación durante el segundo semestre, “principalmente por dos factores: la inyección de fondos públicos y la suba de salarios y jubilaciones por encima de una inflación contenida por las anclas cambiaria y tarifaria”.
“El gobierno evitaría sobresaltos cambiarios durante los meses preelectorales. El año cerraría con un crecimiento de 7% y una inflación de 47 por ciento”, sostuvo el economista que pasó por el CEDES y CIPPEC.
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