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¿Caerá el salario real tras el acuerdo con el FMI?

Según un informe que traza diferentes escenarios de inflación y sugiere qué parte del gasto público debería modificarse, el salario real podría volver a caer este año por el ajuste comprometido con el FMI.

Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae, el 5 de marzo de 2022. 

“El salario real podría estancarse o caer nuevamente este año en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) si la economía crece en forma moderada (3,5%) o si se acelera demasiado la devaluación del peso (suba del tipo de cambio)”.

Así lo destaca un informe de la consultora Analytica para sus clientes, que destaca que “es evidente que reducir la inflación, si no se desea ajustar el gasto real, contradice el cumplimiento de las metas fiscales del acuerdo con el FMI”.

Reducir la inflación, si no se desea ajustar el gasto real, contradice el cumplimiento de las metas fiscales del acuerdo con el FMI (Analytica)
El director de Analytica, Claudio Caprarulo, dijo a Infobae que para febrero estimaron una inflación “del 4,2% en el nivel general y de 5,5% en alimentos”.

“La variación interanual en los precios de los alimentos hasta enero fue de 52,9 por ciento, 0,5 puntos porcentuales más que el nivel general. A su vez, esperamos que en 2022 siga una dinámica de aumentos por encima del resto de la canasta de bienes y servicios, terminando el año con una variación interanual cercana al 56,5%”, precisó el economista.

El informe de Analytica indica que “estas tasas sólo garantizan un deterioro constante de los indicadores sociales y del funcionamiento del sistema productivo. Reducir el gasto previsional no es el camino”, resaltó la consultora que preside Ricardo Delgado.

“Lo deseable, no lo más probable, sería poner en marcha un plan de estabilización con compromisos explícitos de los distintos estamentos de gobierno y el sector privado (empresas, sindicatos, movimientos sociales) que coordine una reducción del gasto público sin impactar sobre los ingresos reales de los más vulnerables”, destaca el trabajo.

Lo deseable, no lo más probable, sería poner en marcha un plan de estabilización con compromisos explícitos de los distintos estamentos de gobierno y el sector privado.

Luego de un primer bimestre con alta inflación -3,9% en enero y un número cercano en febrero- Analytica dijo que “no hay razones para ilusionarse, ya que los precios mayoristas, que anticipan a los minoristas, también tuvieron una fuerte aceleración en enero hasta llegar a 4,5%, casi 2 puntos porcentuales más que en diciembre”.

“Febrero, que suele ser un mes de menor presión sobre los precios, mostrará entonces malas noticias para la inflación, especialmente porque la suba en los mayoristas fue liderada por los productos agropecuarios (9,4%) con fuerte impacto sobre los alimentos”.

Para Analytica, más allá de la compleja negociación por las tarifas, “en la reducción del déficit fiscal primario está el nudo gordiano para bajar la inflación”.

“A través de nuestro modelo de consistencia macro-financiera agregamos dos escenarios a nuestra proyección base de déficit primario que, como analizamos en informes anteriores, alcanza a 3,5% del PBI para este año”.

La trampa de la movilidad jubilatoria

Dado que “la Ley de Movilidad estipula que la variación de las jubilaciones y pensiones surge de ponderar un 50% con la variación de los salarios del trimestre anterior y 50% con la recaudación de Anses (tasa interanual trimestralizada), la suba de la inflación debe ser rápida para reducir la carga efectiva del gasto indexado a través de una caída en los salarios reales”.

En cambio, se advirtió, “una reducción sorpresiva de la inflación supondría un aumento del gasto primario ya que las paritarias se fijaron anteriormente considerando una inflación más alta y la fórmula de movilidad jubilatoria se mueve por salarios y recaudación de Anses”.

En un escenario de licuación a través de una mega devaluación, el ajuste fiscal comprometido con el FMI se alcanza a través de un brusco salto del tipo de cambio que acelera la inflación al 120% anual y provoca una caída de los salarios reales y del consumo.

En un escenario de “licuación a través de una mega devaluación, el ajuste fiscal comprometido con el FMI se alcanza a través de un brusco salto del tipo de cambio que acelera la inflación al 120% anual y provoca una caída de los salarios reales superior al 13% y del consumo del 4%. Obviamente, bajo este escenario el PBI se estanca. Desaparece la brecha entre el dólar oficial y las cotizaciones paralelas. Así, la unificación del mercado de cambios y la consolidación fiscal van de la mano. Caídas del salario real como las que proyecta este escenario se equiparan a momentos de crisis en la historia reciente”, observaron.

“Desde 1959 sólo hubo un desplome similar de los salarios reales, en 1982″, recordaron los analistas que lidera Claudio Caprarulo.

En 2021 el salario total volvió a ganarle a la inflación, aunque con fuertes disparidades entre los trabajadores del sector público y los informales, luego de tres años de caídas consecutivas.

En tanto, “si la tasa de inflación cae al 45% en 2022, el déficit fiscal aumentaría en tanto que, en el corto plazo, el efecto sobre la actividad sería muy escaso; el gasto en jubilaciones crecería 5% en términos reales mientras la recaudación crecería menos, al ritmo de la inflación. “Esta dinámica no es compatible con el objetivo fiscal si no se quiere ajustar otras partidas de gasto. Bajo este escenario, el déficit primario sería más del doble del pautado con el FMI para el año (5,4% vs 2,5%)”, se aclaró.

Por lo tanto, contaron los economistas de la consultora de marras que “es evidente que reducir la inflación, si no se desea ajustar el gasto real, contradice el cumplimiento de las metas fiscales del acuerdo con el FMI”.

Es evidente que reducir la inflación, si no se desea ajustar el gasto real, contradice el cumplimiento de las metas fiscales del acuerdo con el FMI.
Sin embargo, “estas tasas sólo garantizan un deterioro constante de los indicadores sociales y del funcionamiento del sistema productivo. Reducir el gasto previsional no es el camino”, concluyó el informe, que refleja los duros dilemas que enfrentará el Gobierno a partir de la implementación del nuevo acuerdo que pretende firmar con el FMI en las próximas semanas.

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