Artículo publicado por Martín Kanenguiser para Infobae (25 de julio)
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que la Argentina sufrirá una recesión del 2,5% este año y anticipó que crecerá 2,8% en 2024. De este modo, redujo drásticamente su pronóstico previo sobre el país, que en abril marcaba un muy leve crecimiento del 0,2% para este año y se puso en sintonía con las estimaciones privadas. En cambio, la proyección para el año próximo mejoró respecto del 2% estimado en abril último.
Por otra parte, indicaron que la inflación podría llegar al 120%, frente al 88% que habían calculado tres meses atrás, en su informe de Perspectivas Económica Mundiales (WEO, según sus siglas en inglés).
El economista jefe del Fondo, Pierre-Olivier Gourinchas, dijo en una conferencia de prensa desde Washington ante una pregunta de Infobae que “el país está enfrentando una situación muy difícil” y su colega Petya Koeva Brooks indicó que la inflación podría llegar al 120% a fin de año si el Gobierno logra implementar una serie de medidas para anclarla; se trata de un pronóstico menor que el 140-150 por ciento estimado por el mercado.
El analista Jorge Neyro dijo a Infobae que “el FMI por fin ajustó el crecimiento de Argentina a un nivel compatible con los efectos de la sequía. Aumentaron el crecimiento de 2024, aunque no llega a compensar”.
El ministro de Economía, Sergio Massa, afirmó que este jueves se presentaría el nuevo acuerdo técnico con el Fondo para recalibrar las metas de este año y poder acceder a nuevos desembolsos, luego de varios meses de duras negociaciones. El lunes 31 el país debe pagar un vencimiento de USD 2.700 millones, aunque el Banco Central tiene reservas negativas cercanas a los USD 8.000 millones. Si no llegara un nuevo giro de Washington, se prevé que el Gobierno cumpla esa obligación con parte de la deuda que contrajo con China.
El organismo multilateral se refirió en el WEO, denominado en esta ocasión “Resiliencia a corto plazo, Retos persistentes”, al bajo nivel de crecimiento mundial para este año y el próximo. También alertó sobre la inflación que, aunque se redujo respecto de 2022, “sigue siendo alta”. Frente a ese pronóstico general, para América latina la proyección es mucho más optimista en base al buen desempeño de la economía de Brasil y. en menor medida, de México; a diferencia de la Argentina, ambos países presentarán un crecimiento del PBI y una inflación baja este año, según el FMI.
De hecho, en la primera quincena de julio, Brasil presentó una deflación del -0,07% (y una suba del 3,2% en un año) y México una suba de precios del 0,29% (4,7%). En cambio, según Ecolatina, en el mismo período la inflación en la Argentina fue del 6,5% (114%).
“La inflación está cediendo en la mayoría de los países pero sigue siendo alta, y se observan divergencias de un país a otro y en la forma de medirla”, advirtió esta mañana el FMI en el WEO. El documento también hizo foco en la desaceleración del proceso de recuperación económica tras el doble shock de la pandemia y la guerra en Ucrania.
Olivier Gourinchas, destacó que los precios de la energía ya volvieron a los niveles previos de la pandemia. Según el texto publicado hoy, la recuperación mundial tras el COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania está desacelerándose en medio de crecientes divergencias entre sectores económicos y regiones. En ese marco, si bien las cadenas de suministro se restablecieron en términos generales, con costos de envío y plazos de entrega de los proveedores que retornaron a los niveles observados antes de la pandemia, “las fuerzas que frenaron el crecimiento en 2022 persisten”, sostuvo el FMI. “La inflación continúa siendo alta y sigue erosionando el poder adquisitivo de los hogares”, expresó.
En ese contexto, indicó que el desempeño global será muy desparejo. “El crecimiento se desacelera, con cambios en su composición. Se proyecta que la media anual de crecimiento mundial disminuya de 3,5% en 2022 a 3% en 2023 y 2024″, advierte el WEO, en el que se destaca que ese promedio está muy por debajo de la media histórica entre 2000 y 2019, de 3,8% anual. “El nivel también es inferior a la media histórica en los grupos generales de ingreso, en términos tanto del PBI global como del PBI per cápita. Las economías avanzadas siguen siendo la causa principal del descenso del crecimiento entre 2022 y 2023″, explicó el FMI.
En cambio, para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las perspectivas de crecimiento se mantienen en general estables para 2023 y 2024, aunque con importantes variaciones de una región a otra.
Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo se proyecta que el crecimiento se mantenga en general estable en 4% en 2023 y 4,1% en 2024, con una modesta revisión al alza de 0,1 puntos porcentuales para 2023 y una a la baja de -0,1 puntos porcentuales para 2024. De todos modos, este promedio estable oculta divergencias: en torno a 61% de las economías de este grupo están creciendo más rápidamente en 2023, mientras que el resto —incluidos los países de ingreso bajo y tres de las cinco regiones geográficas que se describen a continuación— están creciendo a menor ritmo.
En particular, se prevé que en América latina y el Caribe el rebote del PBI disminuya de 3,9% en 2022 a 1,9% en 2023, aunque este cambio refleja una revisión al alza de 0,3 puntos porcentuales con respecto a abril, y que se sitúe en 2,2% en 2024. “El descenso entre 2022 y 2023 obedece a la reciente moderación del rápido crecimiento registrado en 2022 debido a la reapertura tras la pandemia, así como al descenso de los precios de las materias primas; la revisión al alza para 2023 es consecuencia de un crecimiento más fuerte de lo previsto en Brasil, impulsado por el aumento de la producción agrícola en el primer trimestre de 2023, que ha repercutido positivamente en la actividad del sector de servicios”, explicó el FMI.
El organismo también atribuyó el buen pronóstico al crecimiento en México, revisado al alza en 0,8 puntos porcentuales y que se ubica en el 2,6% porque “la recuperación rezagada tras la pandemia en el sector de servicios se está afianzando y a los efectos derivados de la resiliencia de la demanda en Estados Unidos”.
Con la colaboración de Virginia Porcella
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