Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae, el 7 de julio de 2022.
La aguda crisis desatada en el último gobierno de Juan Domingo Perón, a partir del fracaso del plan de estabilización del ministro José Ber Gelbard y del estallido del “Rodrigazo”, dieron lugar a una fuerte devaluación y a una hiperinflación.
Sin embargo, anoche la ministra de Economía, Silvina Batakis, afirmó en declaraciones a TN que Gelbard fue el mejor ministro de Economía de la historia argentina.
Al respecto, Carlos Leyba expresó a Infobae su satisfacción por esa reivindicación: “Es una reparación histórica después de muchos años: Gelbard fue el último representante de un programa de estabilización e industrialización en la Argentina que luego se abandonó; la década 1964-1974 fue la década de mayor crecimiento del PBI per cápita y de crecimiento económico sin interrupciones. Hizo un programa muy original apoyado en el clima de amistad política entre todos los partidos, con la excepción de Álvaro Alsogaray y los Montoneros”.
En cambio, Orlando Ferreres consideró en diálogo con Infobae que la apreciación de Batakis implica un “error enorme de apreciación: él ya está juzgado por la historia como el creador de grandes problemas” que derivaron en el Rodrigazo.
Gelbard fue el ministro del presidente Héctor J. Cámpora y de Juan Domingo Perón en su mandato de 1973, como destaca Mario Rapoport en su libro “Historia Económica, Política y Social de la Argentina”, que destaca que el funcionario intentó “restablecer la alianza social que dio origen al peronismo” en la década del 40, con la “conjunción entre las pymes y la CGT”.
“La política económica de Gelbard no solo consistía en una serie de instrumentos y medidas económicas, sino que estaba cimentada en el Pacto Social firmado en junio de 1973, que permitiría establecer las condiciones necesarias para el crecimiento económico, la redistribución del ingreso a favor de los asalariados, el fortalecimiento del mercado interno, las restricciones a la operatoria del capital extranjero y la industrialización”, explicó Rapoport.
Ministro sin contexto
De todos modos, como les ocurrió a otros ministros, Gelbard tampoco tuvo en cuenta los cambios fundamentales entre el mundo de la Segunda Guerra Mundial y el de mediados de los 70, con una mayor integración del país en el mundo, un cambio de raíz en la composición del empresariado tanto industrial como del agro, según Rapoport.
El gobierno impulsó alzas salariales nominales en un ambiente de fuerte inflación e impuso controles cambiarios para evitar una devaluación del tipo de cambio oficial, un esquema que repetirían varios gobiernos en las sucesivas décadas, inclusive el de Alberto Fernández.
El gobierno de Perón impulsó alzas salariales nominales en un ambiente de fuerte inflación e impuso controles cambiarios para evitar una devaluación del tipo de cambio oficial, un esquema que repetirían varios gobiernos, como el actual.
El economista e historiador afirmó que el plan atravesó dos etapas diferentes: la primera de relativo éxito hasta la muerte de Perón y la segunda de “permanentes marchas y contramarchas” hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976. En 1972 la inflación había sido del 58%, en 1973 del 60,3% y en 1974 del 24,2%, en base a una fuerte represión de los precios, que derivó en un salto al 182,8% en 1975 y al 444% en 1976.
En tanto, el PBI creció 3,1% en 1973, 6,1% en 1973 y 5,3% en 1974, pero cayó 0,9% en 1975 y 1,7% en 1976; a su vez, el déficit fiscal fue del 5,2% del PBI en 1972, del 7,3% en 1973, del 7,9% en 1974 y del 15,9% en 1975.
Entre una lluvia de subsidios a las empresas –y un clima de extrema violencia entre la guerrilla y la extrema derecha peronista- “los cimientos del acuerdo comenzaron a socavarse, mientras crecía el desabastecimiento de productos esenciales porque el progresivo incremento de los costos alentaba a comerciarlos en el mercado negro que se extendía a diario y en el que el control de precios no ejercía influencia”.
Triste, solitario y final
La muerte de Perón y su reemplazo por su esposa Isabel derivó en el desplazamiento de Gelbard por Alfredo Gómez Morales en septiembre de1974. Tras la traumática experiencia de Celestino Rodrigo en el gobierno de Isabel Perón —que combinó sin anestesia una devaluación del 100%, liberación de precios y aumento de las tarifas—, el índice de inflación saltó de un 32% acumulado entre diciembre de 1974 y mayo de 1975 a un 63% solamente entre junio y julio del mismo año.
En un contexto hiperinflacionario, Rodrigo fue sucedido por una serie de efímeros ministros: Ernesto Corvalán Nanclares por cinco días, Pedro Bonani por diecinueve, Antonio Cafiero durante seis meses y, un mes antes del golpe militar, el banquero Emilio Mondelli. Cada uno de ellos buscó inútilmente asistencia financiera internacional, que sólo comenzó a arribar luego de la caída del gobierno constitucional, cuando las reservas disponibles del Banco Central para satisfacer pagos inmediatos rondaban los US$ 23 millones y la deuda externa del sector público ascendía a unos US$ 4.941 millones.
El director ejecutivo del Fondo, Hendrikus Johannes Witteveen, se había comprometido ante el joven funcionario argentino Guido Di Tella a recomendar al board del Fondo el otorgamiento de US$ 85 millones correspondientes a una línea de facilidades petroleras y otros US$ 135 millones para compensar la caída en el precio de los productos de exportación.
Pero el 26 de febrero de 1976 el FMI anunció que no daría un paso más hasta que no se aclarara “el panorama político institucional”, es decir, hasta que el gobierno de Isabel Martínez de Perón no terminara de desintegrarse un mes después con el inicio de la dictadura.
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