Artículo original publicado por Martín Kanenguiser en Infobae
¿Mucho, poquito o nada? Mientras el Gobierno y los analistas privados tratan de proyectar, no sin dificultades, cómo seguirá el proceso de actividad económica el resto del año y en 2022, ya existen algunas certezas: a menores restricciones, es posible que se consolide el rebote -aunque lejos de un crecimiento neto- y también la suba de precios.
El combo incluirá una leve curva ascendente del salario real y límites en la recuperación económica debido a la incertidumbre en torno del plan económico.
Al respecto, un informe de Abeceb al que accedió Infobae resalta: “Hemos mantenido nuestra proyección de reactivación del PBI en 6% para el 2021; hacia 2022 estimamos una desaceleración del crecimiento a 2,9%, en tanto se extingue el efecto de base de comparación del Covid-19”.
En este sentido, considera que “el acuerdo con el FMI será uno de los factores donde pivoteará el resultado final de la actividad económica”, dando por sentado que en 2022 el Gobierno deberá firmarlo para postergar el pago de vencimientos superiores a los 20.000 millones de dólares.
Mientras tanto, arriesgó el estudio que conduce el ex ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, el Banco Central “continuará profundizando su estrategia cambiaria de devaluar por debajo de la inflación, aprovechando el poder de fuego necesario para contener al tipo de cambio oficial hasta las elecciones de medio término”.
“El deslizamiento del tipo de cambio sería 14 puntos porcentuales inferior a la inflación (32% y 46% respectivamente). No obstante, el tipo de cambio real exhibiría un menor deterioro (caerá 7% aproximadamente) por el fortalecimiento de real brasileño y una mayor inflación en Estados Unidos”.
Luego de que la inflación acumulara un 25% en seis meses, “cumplir la meta del Presupuesto, la cual establece una inflación del 29%, luce imposible de cumplir, ya que se necesitaría bajar la inflación mensual a 0,86% entre junio y diciembre”.
Además, “lograr que la inflación de este año no sea superior a la del 2020 también luce muy difícil, dado que en este caso se necesitaría una suba mensual del 1,64% durante el mismo período”.
De todos modos, subrayó que “el dato más alarmante de la dinámica de precios reciente es que en los últimos ocho meses el aumento mensual del IPC ha sido superior al 3%, algo que no se observaba desde la hiperinflación ocurrida hace 30 años”.
“Lo más preocupante es que esto ha sucedido con un tipo de cambio oficial controlado y tarifas de servicios públicos prácticamente congeladas”, se aclaró.
De todos modos, en sintonía con otras consultoras, “durante los próximos meses esperamos una desaceleración de la tasa de inflación mensual. Esto se debe principalmente a que, en el marco de un año electoral, el BCRA continuará profundizando su estrategia cambiaria de devaluar por debajo de la inflación, la cual viene siendo implementada desde el mes de febrero”.
También, “en lo que resta del año tampoco habría nuevos aumentos en combustibles o en las tarifas de electricidad y gas, mientras que habría cierta intensificación de los controles de precios”, de la mano de una ecléctica política económica que cuenta con varios conductores a la vez.
“En definitiva, el Gobierno adoptaría un cocktail de medidas (atraso cambiario, congelamiento tarifario y mayores controles de precios) que derivarían en una desaceleración inflacionaria en el corto plazo, a costa de mayores distorsiones de precios relativos e inflación futura”.
Tal vez, en el año electoral, “la pauta salarial sea el único driver que representa un riesgo al alza, donde las paritarias de los diferentes gremios parecen estar moviéndose más cerca del 45% anual”.
Por este motivo, “es factible que la inflación nacional se ubique en torno al 46,1% interanual hacia diciembre de 2021 (10 puntos porcentuales más versus diciembre 2020), con picos en torno al 50-51% interanual en el tercer trimestre”.
En cuanto a la demanda, Abeceb prevé “una magra recuperación del consumo privado del 5,3% (tras una contracción del 13,8% en 2020), explicada por una modesta recuperación del salario real y el empleo”. En particular, en relación al salario, “lo negociado hasta ahora refleja cierta recomposición en el corto plazo, pero hacia fin de año serán necesarias revisiones si se quiere mantener el poder adquisitivo”.
Así, se proyecta “una suba del salario formal del sector privado en torno al 49%, lo que equivale a un aumento del 1% en términos reales (aunque probablemente se mantenga el deterioro del poder adquisitivo en otras categorías ocupacionales)”.
En tanto, “la ocupación continuará dependiendo de la movilidad, la cual no se encontrará tan determinada por las restricciones sino más bien por las preferencias de la gente de volver a la calle y empujar sectores intensivos en mano de obra. En este sentido, la recuperación en K de dará lugar a mercados de productos segmentados en el corto y mediano plazo”.
Respecto del estratégico sector del agro, el trabajo observa que “comienza la campaña 2021/22 con buenas perspectivas, aunque con riesgos en los márgenes por el ajuste al alza en los precios de insumos, especialmente fertilizantes, y estabilidad de los precios de commodities, aunque en niveles altos”. “La probable expansión del área del trigo y la cebada, junto con una mejora en las condiciones climáticas acompañan buenas perspectivas para la fina”.
En relación con el sector de petróleo y gas, considera que “el foco de las inversiones estará puesto en Vaca Muerta (con excepción de PAE) y su petróleo no convencional”. “Si bien el Plan Gas.Ar otorga un marco atractivo para las empresas del sector, no incentiva la producción por encima de los niveles ofertados en las licitaciones. Los precios del petróleo congelados en dólares (barril criollo) y las naftas en pesos complicarán la caja de las empresas integradas y dificultarán el desarrollo de sus planes de inversión”, se expresó.
Por esta razón, apostó Abeceb, “el sector consolidará un proceso de normalización que, en conjunto con los aumentos de precios de los principales metales, le permitirán alcanzar niveles de exportaciones similares a los de 2019”.
“Mientras no entren en operación nuevos proyectos u ampliaciones de los existentes, este volumen exportable será el techo”, se advirtió.
Para el mediano plazo, “el sector requerirá un marco inversor que otorgue previsibilidad y acceso al mercado de cambios, especialmente para la gran minería. El sector privado y el público muestran interés en los proyectos de litio por ser un bien estratégico de cara al futuro”.
Por el lado de la construcción, “las expectativas respecto al sector continúan siendo positivas; si bien las pequeñas obras y refacciones parecen haber tocado techo, las grandes obras y la obra pública aún tienen margen para seguir recuperándose”. Por lo tanto, “el factor que monitorear serán los costos de los insumos en dólares, que han sido un factor que incentivó la inversión en el sector, y el desarrollo de la obra pública, que en lo que resta del año se espera que tome mayor relevancia”.
Del lado del sector automotriz, “si bien el salario real no terminaría de recuperarse y la brecha cambiaria ya no resulta tan atractiva como a comienzos de año, continuaría el impulso del sector agrícola, así como de la reactivación de la actividad económica en general, lo que, en combinación con la administración del comercio exterior, seguiría funcionando de motor de la producción”. A su vez, “el aumento de las exportaciones también mantendría sus drivers, con la economía brasileña ya operando en niveles pre pandémicos”.
Los principales riesgos, aunque de probabilidad reducida, “continúan asociados a la evolución de la situación sanitaria, que eventualmente podría impactar en la provisión de insumos y en medidas de aislamiento que afecten tanto la producción como las ventas”, se aclaró.
En cuanto al sensible sector de Alimentos y bebidas, Abeceb prevé “mejoras en las perspectivas, con un aumento del 2% vinculado al buen posicionamiento externo, buenas perspectivas para la campaña fina y las bebidas”. En cambio, “las mayores dudas se observan en el impacto de las restricciones a la exportación en la producción de carne vacuna”.
Belén Rubio, economista de Abeceb, dijo a Infobae: “Si levantamos la mirada más allá del rebote y las ventanas de oportunidad de la regulación, son pocos los sectores productivos con perspectivas de una expansión sostenida”.
“Los sectores competitivos continúan ampliando la brecha con los demás, en un contexto de aceleración de la adopción tecnológica ligado a la pandemia y con un mercado más chico donde no hay espacio para la inversión”, afirmó.
“Ante una economía administrada, condicionada al ciclo político, y con una mirada de corto plazo; la estrategia de los negocios pasa más por movilizar la voluntad del regulador que por delinear una estrategia de crecimiento sostenida en el tiempo”, indicó.
“Estamos en un piso en términos de restricciones al comercio exterior, lo que implica un desafío de adaptación tanto para la producción como para los canales de comercialización. Tengamos en cuenta que estamos en niveles muy bajos de demanda de dólares de turismo, atesoramiento y compras al exterior por factores ajenos a la vida cotidiana y, sin embargo, ya algunos sectores productivos como la industria automotriz y la de bienes de capital tienen restricciones para garantizar el abastecimiento a la demanda”, aclaró la economista, no sin dejar entrever su preocupación.
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